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¡Haga lo que pueda, pero hágalo!

Natalia Díaz natdiaquin@gmail.com | Lunes 28 septiembre, 2020


Hemos observado en los últimos días, un recrudecimiento del descontento social, producto de las medidas restrictivas a la movilidad ciudadana, y más recientemente, a los anuncios de nuevos impuestos como propuesta unilateral del gobierno al FMI.

El inicio de las grandes revoluciones de la época posmoderna, ha nacido casi siempre de inconformidades populares. Desde los siervos de la gleba contra sus señores feudales, hasta la revolución francesa y la bolchevique, llegando hasta la revolución mexicana en el pasado siglo; en todas ellas, el común denominador ha sido la limitación a la libertad del individuo y su protesta por las deterioradas condiciones de vida.

Nos dice el autor Louis Fischer que Gandhi anhelaba para su país, una metamorfosis psicológica que le diera la libertad interior, y luego, de forma inevitable, sobrevendría la libertad exterior, porque cuando las personas logran su dignidad individual, viven mejor y ya no pueden ser reducidas a cautiverio, ni por parte de otros ni de ellas mismas.

¡Enorme verdad nos legó este gigante de la humanidad! Es precisamente la libertad interior, la que nos permite en el quehacer humano, y especialmente en el campo de la teoría y la praxis política, no aferrarnos ciegamente a dogmas ideológicos, ni mucho menos a nuestra interpretación de esas ideologías, ya que lo que interpretamos, es nuestra apreciación subjetiva. Es esa libertad interior la que nos permite soñar sin límites. No obstante, aún en este aspecto debemos ser cuidadosos y no dejar que nuestros sueños nos atrapen.

Es decir, nuestra libertad interior y exterior, y nuestros sueños, deben combinarse con un sereno análisis del entorno, no para limitarnos, sino para determinar las diferentes opciones para alcanzarlos. No podemos prescindir de los análisis, aunque ello nos resulte fastidioso; ni tampoco tratar de liberarnos de esa cadena o creencia irracional (para eso es nuestra libertad interior), que no soporta una aproximación rigurosa, consistente en que, si se analiza, “ya finalizó en nada”.

Articulado con lo anterior, dentro de la metamorfosis que nos señala el autor como proceso “Gandhiano”, muchos de nosotros nos auto proclamamos libres sin el respectivo análisis. En muchas ocasiones, permanecemos atados a hilos sutiles que nos vuelven evasiva y fugaz la felicidad. El ejercicio de la introspección nos podrá devolver, si así lo deseamos, nuestra libertad interior, y con ella la exterior. Así evitaremos volver a ser cautivos y podremos actuar en beneficio de las personas.

Podemos de mil y una forma en este momento de confusión, volatilidad e improvisación, analizar serenamente y encontraremos miles de caminos para acompañar y ayudar a los que cada día se hunden en la pobreza, en el desempleo, a los que han perdido la esperanza, y caminar con ellos un nuevo camino que los redima.

Es momento de realizar lo que se pueda. Por ello, me atrevo a decirle: ¡Haga lo que pueda, pero hágalo!

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