Un caso de malgasto público
El dinero que se logra recaudar, más allá de la altísima evasión reinante en el país, en muchos casos se malgasta
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 15 diciembre, 2011
Muchas cosas podrían hacer el Gobierno central y los jerarcas de instituciones estatales para utilizar el dinero público de la mejor forma posible, pero no las hacen. Por el contrario, toman el camino fácil para ir solucionando los problemas que se acumulan sin importar que de ese modo se gaste más. Eso buscan remediarlo pidiendo a los costarricenses honrados que paguen más impuestos.
Debemos volver constantemente sobre este grave problema que tiene el país desde hace décadas, porque se puede resumir en mala administración y lejos de corregirse, empeora.
Puntualizando hoy queremos resaltar lo señalado en la nota de este medio ayer bajo el título “Gasto millonario en alquileres estatales”. Esto de alquilar en vez de construir no es más que uno de los tantos resumideros por donde se escapa el dinero que pagan quienes no evaden de impuestos en este país.
Una cosa son las necesidades que debe cubrir un gobierno mediante el gasto público y otra muy distinta el despilfarro originado en el malgasto, que es el caso de los alquileres de edificios, entre otros.
Con esos arrendamientos los únicos beneficiados son los dueños de los inmuebles. Esto, porque mediante pagos menores se podrían ir abonando créditos obtenidos para construir. De ese modo el dinero ahorrado podría utilizarse para cubrir otras necesidades y al final los edificios pasarían a engrosar el patrimonio nacional.
Por otra parte, esas construcciones generarían empleo sano porque no se lograría aumentando las planillas de un Estado ya obeso, sino activando el sector de la construcción.
No se trata de descubrir el agua tibia. Todo lo dicho son razonamientos para los cuales no se necesita mucho más que algo de sentido común. Lo curioso es que las instituciones y el gobierno no quieran aplicarlo.
Puede especularse con diversas razones para que esto esté ocurriendo. Desde el desinterés absoluto por algo que requiera un esfuerzo y que no podrá ser inaugurado quizás por el gobierno que lo impulse, hasta favorecer intereses particulares, lo cual nos negamos a sospechar siquiera.
Lo que no es una sospecha sino una realidad, de acuerdo con estudios hechos por este medio en el tema de los alquileres del Estado, es que el dinero que se logra recaudar, más allá de la altísima evasión reinante en el país, se malgasta.