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EDITORIAL


Un paso adelante

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 14 noviembre, 2008


Editorial


Hoy que se demandan nuevas y mayores exigencias del Estado, este parece haber dado finalmente un paso en su proceso de maduración, al haber salido en alguna medida de lo que fue una historia traumática durante una década en materia de concesión de obra pública.

Actualmente hay dos proyectos en desarrollo y existe una agenda de cinco nuevas iniciativas en curso, informa LA REPUBLICA del miércoles, pero llegar a esto costó amargas experiencias aparte de muchos años desde que en 1998 se aprobó esa figura como herramienta para que la empresa privada pudiera participar en la construcción de obras públicas.

La ruta a Caldera, por ejemplo, que fue la segunda obra entregada en concesión, demoró seis años debido a la falta de experiencia nacional en este tipo de contratación y ejecución de infraestructura.

El modelo no es perfecto, pero ahora que comienza a funcionar mejor, puede ser una solución para muchas necesidades que tiene el país y para lo cual no cuenta con recursos suficientes.

Es necesario, sin embargo, tomar en cuenta las experiencias pasadas. Aprender de los problemas surgidos en la aplicación del modelo ocasionando graves retrasos al país, que se vio imposibilitado por años de contar con infraestructura indispensable para continuar su desarrollo. Esas prácticas fallidas en algunos aspectos, que produjeron rezago, deben al menos ser capitalizadas para que esas situaciones no se repitan.

Por otra parte, la figura de concesión no deberá ser utilizada para todo indiscriminadamente. Cada caso tendrá que ser estudiado para determinar si es la concesión lo indicado, y solo si existe idoneidad utilizar esta forma. Es decir, que no debería abusarse de la concesión de obra pública por el solo hecho de contar con esa solución.

Cabe destacar que, para esos debidos análisis y toma de decisiones se debe contar con el tiempo suficiente y este se logra si la atención a la infraestructura es permanente, evitando así el consabido acto de “apagar incendios” que puede llevar a medidas equivocadas.







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