“Si no aceleramos, el rezago digital del país puede ser de décadas”: Vanessa Gibson, de Cinde

La pandemia del Covid-19 fue el catalizador del teletrabajo y la virtualización en Costa Rica, pero antes de ella, teníamos un rezago importante que aún arrastramos, explicó Vanessa Gibson, gerente de Clima de Inversión de Cinde.

Acelerar estos procesos en las empresas y universidades es vital para evitar un rezago del talento humano en Costa Rica, el cual motiva a las multinacionales a invertir en el país.

Gibson conversó con LA REPÚBLICA sobre el reto que supone que la industria 4.0 ya esté aquí y que el costarricense no esté 100% preparado para asumirla.

¿Qué tan avanzado está el país en la transición hacia la industria 4.0?

Hay dos perspectivas. Por un lado, se aceleró el proceso en una parte del sector productivo con motivo de la pandemia, pues comenzaron a entender el impacto de las tecnologías digitales en sus procesos; por otra parte, en el caso de las multinacionales, permitió acelerar las operaciones en Costa Rica y acercarlas al resto de sus operaciones globales en países desarrollados.

Un ejemplo práctico de industria 4.0 es el teletrabajo, que incluso en las economías más adelantadas dejó de llamarse así, y se le conoce como trabajo digital.

La pandemia trajo consigo cambios estructurales que llevarán al país a replantear la forma en que prepara su talento humano, y a las empresas, incluso las pequeñas, a reconfigurar la forma en que compiten en el mercado.

¿Antes de la pandemia cómo se estaba comportando esta transición?

Había actores que no estaban dimensionado la transición, y eso me queda claro a nivel educativo.

Venimos hablando de industria 4.0 hace cinco años y yo no veo carreras de inteligencia artificial acreditadas.

Si como país no aceleramos el paso, el rezago digital podría ser de décadas.

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¿Qué oportunidades podría haber en el país para esta industria y su desarrollo?

La mayoría de los costarricenses de una u otra manera tenemos acceso a un smartphone e información en Internet, y, en consecuencia, debemos buscar las herramientas para romper lo que nos dicta el sistema tradicional.

Si usted como emprendedor no empieza a pensar en el desarrollo de productos o servicios que no sean precisamente diseñados para el mercado de Costa Rica, entonces puede que esté en desventaja con emprendedores de otros países.

Hoy los que sufren eso son los taxistas con Uber, pero el día de mañana pueden ser las universidades u otros los que se vean afectados por una pobre adaptación a los medios digitales.

Hay que salir de la zona de confort a través de las oportunidades que la virtualidad nos está dando.

¿Cree que esta agresiva virtualización cambie la dinámica de búsqueda de talento y contratación que tienen las empresas?

Totalmente. Antes de la crisis, y de manera sistemática y estructural, los flujos de inversión extranjera directa venían a la baja por la forma en que se ha venido calculando, es decir, por los flujos de capital e inversión que se hace en otros países.

Que una multinacional no esté invirtiendo en capital en otro país, no quiere decir que no esté contratando gente de ese país, y en efecto, la dinámica ha cambiado.

Con la virtualidad en muchas empresas debido a la pandemia y la preferencia de muchos empleados y empleadores por este formato, no es de extrañar que se soliciten habilidades digitales en los puestos de trabajo de casi todos los sectores.

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¿Cómo debe adecuarse la capacitación en este último aspecto?

La capacitación es uno de los mayores retos de la recuperación económica del país.

Hay que pensar en el impacto que ha tenido la transición hacia la virtualidad que ha provocado la pandemia, y que no hay un acceso equitativo a las herramientas educativas en este momento.

Sin embargo, es un problema que es posible resolver y que está en las manos del Gobierno, a través de diferentes iniciativas de ley.

También, la virtualidad dio paso a muchas opciones educativas que van más allá de la educación tradicional.