Manejo desastroso de microcrédito daña visión de Yunus
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 10 enero, 2011
Manejo desastroso de microcrédito daña visión de Yunus
Tanda Srinivas estaba recostado en el patio de su casa de dos habitaciones en la aldea de Mondrai en el sur de India el 28 de octubre cuando su esposa, Shobha, salió por la puerta envuelta en llamas y pidiendo auxilio a gritos.
A los 32 años y madre de dos varones, se había rociado con 2 litros de kerosene y había encendido un fósforo. La pareja había tenido una fuerte discusión la víspera por la forma en que reembolsaría sus múltiples préstamos, entre otros los provenientes de las empresas de microcréditos que habían prestado pequeñas sumas a docenas de aldeanos, dice Venkateshwarlu Masram, un médico que llamó a la ambulancia.
Shobha, jefa de varios grupos de mujeres endeudadas, estaba siendo presionada para pagar interés por su crédito de $265. Los prestamistas también exigían que cubriera el pago de las otras mujeres, pese a que dos semanas antes el estado había restringido las actividades relacionadas con las microfinanzas, informa la revista Bloomberg Markets en su número correspondiente a febrero.
Cuando Srinivas, de 35 años, trató de apagar las llamas con una manta, su ropa de poliéster se prendió fuego. A los tres días, ambos padres habían muerto, dejando a sus dos hijos huérfanos.
La espantosa escena de Mondrai, a unos 80 kilómetros de la ciudad de Warangal, se ha manifestado de docenas de maneras en Andhra Pradesh, el quinto estado más grande de India por su superficie donde se concentraban alrededor de un tercio de los créditos de microfinanzas en el país por un total de $5.300 millones al 30 de septiembre.
Andhra Pradesh, donde tres cuartos de los 76 millones de habitantes viven en zonas rurales, sufrió un total de 14.364 casos de suicidio en los primeros nueve meses de 2010, según la policía del estado. Un número cada vez mayor de muertes relacionadas con las microfinanzas impulsó al estado a tomar medidas drásticas contra las prácticas de cobro a mediados de octubre, dice Reddy Subrahmanyam, secretario principal de desarrollo rural. “Cada vida es importante”, dice.
La conmoción en Andhra Pradesh está muy alejada de la visión de Muhammad Yunus. El ganador del Premio Nobel de la Paz 2006 descubrió hace más de tres décadas que cuando se les presta dinero a mujeres en la pobreza, éstas pueden comenzar a ganarse el sustento y la mayoría de ellas devuelve el dinero. Yunus lanzó el Proyecto del Banco Grameen en 1976 para ampliar los servicios bancarios a los pobres. Ha prestado $8.870 millones y recuperado $8.760 millones; 97% de sus 8,33 millones de solicitantes de crédito son mujeres.
Yunus dice que él no se opone a ganar dinero. Pero denuncia a las firmas que buscan beneficios extraordinarios. “La comercialización es una dirección errada”, dice Yunus. “Una oferta pública inicial es el punto de partida para ganar mucho dinero tanto personalmente como también para la empresa y los accionistas”.
Mientras India se esfuerza por brindar educación, atención médica y empleos decentes a millones de habitantes todavía atrapados en la pobreza, el microcrédito -el préstamo de pequeñas sumas a las personas más necesitadas del mundo para ayudarlas a ganarse la vida- adquirió un sesgo perverso.
El microcrédito se “Walmartizó” por la venta irrestricta de productos baratos a los pobres, dice Malcolm Harper, presidente de la firma calificadora Micro-Credit Ratings International Ltd. en Gurgaon, India.
“Vender deuda es como vender drogas”, dice Harper, de 75 años. “Cuando se vende deuda a mujeres analfabetas en Andhra Pradesh, es necesario ser mucho más responsable”.
K. Venkat Narayana, profesor de economía en la Universidad Kakatiya de Warangal, estudió cómo persuadieron los prestamistas de microfinanzas a grupos de mujeres para que se endeudaran. “Se suponía que las microfinanzas debían dar poder a las mujeres”, dice. “Los hombres de las microfinanzas revirtieron el progreso social y económico y estas mujeres terminaron convirtiéndose en esclavas”.
El sector de microcrédito en auge en la India forma parte de un fenómeno global que comenzó como un movimiento solidario pero que actualmente atrae capital privado en busca de crecimiento y rentas elevadas. La oferta pública inicial de Microfinance Ltd., la firma de microcrédito más grande de India, en agosto pasado, atrajo una mayor atención hacia el sector. La empresa, fundada por Vikram Akula, de 42 años, recaudó 16.300 millones de rupias vendiendo 16,8 millones de acciones a 985 rupias cada una.
Akula dice que tratar de ganar dinero no tiene nada de malo.
“¿Qué le importa a la mujer pobre cuánto gana un inversor?” dice. “Lo que le importa es recibir el préstamo a tiempo a una tasa razonable que le permita ganar un ingreso más alto”.
Transformar la compañía en una empresa comercial permitió a la firma recurrir a una reserva ilimitada de fondos de inversores privados. Eso a su vez permitió que la empresa creciera y redujera las tasas, dice Akula.
“Las tasas de interés han ido bajando con el tiempo”, dice. “Como funciona, siguen viniendo un año tras otro”, agrega, refiriéndose a sus clientes.
Londres
Tanda Srinivas estaba recostado en el patio de su casa de dos habitaciones en la aldea de Mondrai en el sur de India el 28 de octubre cuando su esposa, Shobha, salió por la puerta envuelta en llamas y pidiendo auxilio a gritos.
A los 32 años y madre de dos varones, se había rociado con 2 litros de kerosene y había encendido un fósforo. La pareja había tenido una fuerte discusión la víspera por la forma en que reembolsaría sus múltiples préstamos, entre otros los provenientes de las empresas de microcréditos que habían prestado pequeñas sumas a docenas de aldeanos, dice Venkateshwarlu Masram, un médico que llamó a la ambulancia.
Shobha, jefa de varios grupos de mujeres endeudadas, estaba siendo presionada para pagar interés por su crédito de $265. Los prestamistas también exigían que cubriera el pago de las otras mujeres, pese a que dos semanas antes el estado había restringido las actividades relacionadas con las microfinanzas, informa la revista Bloomberg Markets en su número correspondiente a febrero.
Cuando Srinivas, de 35 años, trató de apagar las llamas con una manta, su ropa de poliéster se prendió fuego. A los tres días, ambos padres habían muerto, dejando a sus dos hijos huérfanos.
La espantosa escena de Mondrai, a unos 80 kilómetros de la ciudad de Warangal, se ha manifestado de docenas de maneras en Andhra Pradesh, el quinto estado más grande de India por su superficie donde se concentraban alrededor de un tercio de los créditos de microfinanzas en el país por un total de $5.300 millones al 30 de septiembre.
Andhra Pradesh, donde tres cuartos de los 76 millones de habitantes viven en zonas rurales, sufrió un total de 14.364 casos de suicidio en los primeros nueve meses de 2010, según la policía del estado. Un número cada vez mayor de muertes relacionadas con las microfinanzas impulsó al estado a tomar medidas drásticas contra las prácticas de cobro a mediados de octubre, dice Reddy Subrahmanyam, secretario principal de desarrollo rural. “Cada vida es importante”, dice.
La conmoción en Andhra Pradesh está muy alejada de la visión de Muhammad Yunus. El ganador del Premio Nobel de la Paz 2006 descubrió hace más de tres décadas que cuando se les presta dinero a mujeres en la pobreza, éstas pueden comenzar a ganarse el sustento y la mayoría de ellas devuelve el dinero. Yunus lanzó el Proyecto del Banco Grameen en 1976 para ampliar los servicios bancarios a los pobres. Ha prestado $8.870 millones y recuperado $8.760 millones; 97% de sus 8,33 millones de solicitantes de crédito son mujeres.
Yunus dice que él no se opone a ganar dinero. Pero denuncia a las firmas que buscan beneficios extraordinarios. “La comercialización es una dirección errada”, dice Yunus. “Una oferta pública inicial es el punto de partida para ganar mucho dinero tanto personalmente como también para la empresa y los accionistas”.
Mientras India se esfuerza por brindar educación, atención médica y empleos decentes a millones de habitantes todavía atrapados en la pobreza, el microcrédito -el préstamo de pequeñas sumas a las personas más necesitadas del mundo para ayudarlas a ganarse la vida- adquirió un sesgo perverso.
El microcrédito se “Walmartizó” por la venta irrestricta de productos baratos a los pobres, dice Malcolm Harper, presidente de la firma calificadora Micro-Credit Ratings International Ltd. en Gurgaon, India.
“Vender deuda es como vender drogas”, dice Harper, de 75 años. “Cuando se vende deuda a mujeres analfabetas en Andhra Pradesh, es necesario ser mucho más responsable”.
K. Venkat Narayana, profesor de economía en la Universidad Kakatiya de Warangal, estudió cómo persuadieron los prestamistas de microfinanzas a grupos de mujeres para que se endeudaran. “Se suponía que las microfinanzas debían dar poder a las mujeres”, dice. “Los hombres de las microfinanzas revirtieron el progreso social y económico y estas mujeres terminaron convirtiéndose en esclavas”.
El sector de microcrédito en auge en la India forma parte de un fenómeno global que comenzó como un movimiento solidario pero que actualmente atrae capital privado en busca de crecimiento y rentas elevadas. La oferta pública inicial de Microfinance Ltd., la firma de microcrédito más grande de India, en agosto pasado, atrajo una mayor atención hacia el sector. La empresa, fundada por Vikram Akula, de 42 años, recaudó 16.300 millones de rupias vendiendo 16,8 millones de acciones a 985 rupias cada una.
Akula dice que tratar de ganar dinero no tiene nada de malo.
“¿Qué le importa a la mujer pobre cuánto gana un inversor?” dice. “Lo que le importa es recibir el préstamo a tiempo a una tasa razonable que le permita ganar un ingreso más alto”.
Transformar la compañía en una empresa comercial permitió a la firma recurrir a una reserva ilimitada de fondos de inversores privados. Eso a su vez permitió que la empresa creciera y redujera las tasas, dice Akula.
“Las tasas de interés han ido bajando con el tiempo”, dice. “Como funciona, siguen viniendo un año tras otro”, agrega, refiriéndose a sus clientes.
Londres