Crecimiento económico
Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 28 junio, 2011
Reflexiones
Crecimiento económico
Para muchos economistas liberales, el crecimiento económico es el resultado espontáneo y casi mágico de las fuerzas del mercado y de su papel en la asignación de recursos. Es por eso que la receta clásica de los liberales en economía, es eliminar todo tipo de distorsión o de obstáculo para que funcione el mercado, resultando entonces en mejoras en eficiencia y como tal, fortalecimiento del crecimiento. Nada pareciera sustentar tal tipo de alucinación económica, en los signos de la realidad de nuestro tiempo.
Desde las políticas inducidas del crecimiento que motivaron la revolución asiática de los tigres, dragones y de la misma China, pasando por las conocidas intervenciones neo-keynesianas impulsadas por Lula en Brasil, hasta los más recientes esfuerzos de las economías europeas para recuperarse, ante los embates de la crisis global.
Todas acciones de muy diversa índole centradas en fortalecer las condiciones tecnológicas vía una gama creciente y muy variada de políticas industriales y tecnológicas.
Capitalismo pragmático más que de libro de texto dirían algunos, seguro que un poco de eso es verdad, cuando vemos tanto a los promotores del capitalismo occidental (Europa y Norteamérica) como a los países socialistas (Rusia y China) y por supuesto, a los nuevos países emergentes (Brasil e India) impulsar políticas que favorezcan el crecimiento endógeno de sus economías.
En cada realidad concreta y según la conveniencia y las precondiciones de partida, la apuesta es por favorecer el crecimiento económico, base esencial de la riqueza de las naciones.
Claro, el éxito de trasladar dicho crecimiento a las mayorías es “harina de otro costal”, seguramente dará pie para otra reflexión.
Desde la guerra de monedas para defender el empleo nacional, las políticas agresivas para favorecer a las industrias, sobre todo la energética y las de base tecnológica, hasta las políticas menos directas de fortalecimiento de los recursos humanos; todas son esencialmente, intervenciones de mercado y al mercado, para propiciar el crecimiento.
Es por eso que no debería darnos tanto temor el diseñar políticas industriales y tecnológicas más activas en muchos campos emergentes, políticas de Estado que requieren burlar y burlarse del recetario obsoleto y lleno de ideología y de retórica de algunos trasnochados organismos internacionales.
No debería darnos pena pasar la página de dos décadas perdidas de políticas de crecimiento hacia fuera basadas en una fe casi ciega al mercado que, como dicen algunos, no han logrado más que empobrecer a muchos y aumentar las desigualdades sociales del país.
Pareciera entonces que el modelo de crecimiento a seguir no se descarga del sitio web de los Bancos Internacionales, requiere ingenio propio, pragmatismo más que ideología y mucho sentido común, algo que pareciera se ha perdido en nuestras políticas de crecimiento.
Leiner Vargas Alfaro
lvargas@una.ac.cr
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