El lado "b" de los políticos
| Jueves 24 mayo, 2012
El lado “b” de los políticos
Utilizando como elemento ilustrador los discos de vinilo de los años 70 y 80, donde en el lado “a” se escuchaba el éxito y en lado “b” se ponía la canción que obligadamente se debería adquirir, podemos realizar un paralelismo con los políticos donde cada cuatro años nos exhiben el lado amable, amistoso, comprensivo, sensible, beligerante y demás; que a través de discursos demagógicos y de prometer sin comprometerse a cumplir, deben ser capaces de llegarle a la ciudadanía y de asegurarles la cantidad de votos que los lleven al gobierno.
Se podría decir que en esta cara del disco es válida la demagogia y el espíritu triunfalista lo hace vivir en una burbuja que jamás le va a permitir pedir ayuda y mucho menos pedir consejo a las personas que han vivido la realidad de ser político en un país pobre.
El lado “b” se presenta justamente cuando se termina la “luna de miel” y llegan a descubrir que gobiernan un país enmarañado de leyes y con un alambique de procedimientos que hacen que la cosa más fácil resulte toda una proeza realizarla. Se dan cuenta de que los llamados a ayudarles a gobernar (ministros, presidentes ejecutivos y demás) no son tan buenos ejecutando, como sí lo eran buscando votos, y que las instituciones públicas que deberían ser la punta de lanza de su gestión, no atienden sus instrucciones y muchas de ellas padecen enfermedades que para su cura se requiere una cirugía profunda y muy riesgosa, que impacta negativamente su imagen.
Los síntomas visibles de que estamos en el lado “b” de la gestión se dan cuando se empiezan a realizar movimientos internos de sus ministros, se presentan los famosos “abrazos de Don Abel”, se empiezan a conformar comisiones para todo y terminan justamente cuando se dan cuenta de que están en año electoral y cuentan desesperadamente los días que faltan para finalizar su gestión.
Esa dicotomía política condena a nuestros países al subdesarrollo, ya que jamás se podrán poner de acuerdo los políticos en un proyecto país que no lo alcancen los vaivenes electoreros, que el ansia de poder no lo supere, y que esté vacunado contra los infiltrados que llegan desesperados por favorecerse del poder que temporalmente ostentan y recuperar la inversión que durante la campaña realizaron.
Ingeniero
Mynor Retana Cárdenas
mretanaca@gmail.com
Utilizando como elemento ilustrador los discos de vinilo de los años 70 y 80, donde en el lado “a” se escuchaba el éxito y en lado “b” se ponía la canción que obligadamente se debería adquirir, podemos realizar un paralelismo con los políticos donde cada cuatro años nos exhiben el lado amable, amistoso, comprensivo, sensible, beligerante y demás; que a través de discursos demagógicos y de prometer sin comprometerse a cumplir, deben ser capaces de llegarle a la ciudadanía y de asegurarles la cantidad de votos que los lleven al gobierno.
Se podría decir que en esta cara del disco es válida la demagogia y el espíritu triunfalista lo hace vivir en una burbuja que jamás le va a permitir pedir ayuda y mucho menos pedir consejo a las personas que han vivido la realidad de ser político en un país pobre.
El lado “b” se presenta justamente cuando se termina la “luna de miel” y llegan a descubrir que gobiernan un país enmarañado de leyes y con un alambique de procedimientos que hacen que la cosa más fácil resulte toda una proeza realizarla. Se dan cuenta de que los llamados a ayudarles a gobernar (ministros, presidentes ejecutivos y demás) no son tan buenos ejecutando, como sí lo eran buscando votos, y que las instituciones públicas que deberían ser la punta de lanza de su gestión, no atienden sus instrucciones y muchas de ellas padecen enfermedades que para su cura se requiere una cirugía profunda y muy riesgosa, que impacta negativamente su imagen.
Los síntomas visibles de que estamos en el lado “b” de la gestión se dan cuando se empiezan a realizar movimientos internos de sus ministros, se presentan los famosos “abrazos de Don Abel”, se empiezan a conformar comisiones para todo y terminan justamente cuando se dan cuenta de que están en año electoral y cuentan desesperadamente los días que faltan para finalizar su gestión.
Esa dicotomía política condena a nuestros países al subdesarrollo, ya que jamás se podrán poner de acuerdo los políticos en un proyecto país que no lo alcancen los vaivenes electoreros, que el ansia de poder no lo supere, y que esté vacunado contra los infiltrados que llegan desesperados por favorecerse del poder que temporalmente ostentan y recuperar la inversión que durante la campaña realizaron.
Ingeniero
Mynor Retana Cárdenas
mretanaca@gmail.com