Crack intensifica destrucción social
Esteban Arrieta earrieta@larepublica.net | Lunes 10 enero, 2011
Menores en cárceles adictos a droga pasaron de 46 a 130 en el último año
Crack intensifica destrucción social
En 2010 más de 1,3 millones de dosis de piedra fueron incautadas por la policía
La fuerte adicción que genera la droga conocida como crack o piedra ha triplicado prácticamente el número de menores de edad que se encuentran esperando juicio, o cumpliendo sentencia por delitos contra la vida, robo agravado o contra la propiedad privada, entre otros.
Y es que la intensa ansiedad por dicha droga, hace que sus consumidores no midan las consecuencias, por lo que son capaces de hacer cualquier cosa para conseguirla.
Así las cosas, mientras que en 2009 había apenas 46 menores en las cárceles por distintas causas, al finalizar el año pasado, ya se contabilizaban al menos 130 de ellos tras las rejas.
Aunado a su fuerte dependencia, el crack es una droga fácil de conseguir, cuyo costo es relativamente barato, lo que ha hecho que se popularice rápidamente y que se haya convertido, junto a la marihuana, en las de mayor consumo en el país, comentó sobre el tema Hernando París, ministro de Justicia y Gracia.
“Debido a su inmadurez en parte y a la fuerte dependencia de esta droga, los jóvenes caen fácilmente en sus garras y una vez ahí, no tienen reparo en cometer el delito que sea, como robar un celular, una cartera o cometer un cadenazo; en el peor de los casos, hasta herir o matar, con el único objetivo de conseguir el dinero que necesitan para comprar la piedra, sin importar si tienen que utilizar métodos sumamente violentos”, añadió en ese sentido París.
El crack es un derivado de la cocaína, el cual se obtiene tras hervir los sobros de dicha droga en una solución de bicarbonato de sodio o amoniaco. Se considera adictiva inmediatamente, ya que estimula al cerebro a liberar altas cantidades de dopamina, sustancia que incrementa las sensaciones de excitación y placer. Genera paranoias, alucinaciones y pérdida progresiva de memoria. En el mercado, una piedra tiene un costo que oscila entre ¢500 y ¢1.000.
El año pasado, las autoridades decomisaron más de 1,3 millones de dosis de piedra y más de 9 mil kilos de cocaína.
Asimismo, como parte de los operativos, se detuvo a más de 34 mil personas, la mayoría de ellas, por la tenencia de marihuana o crack.
Para resolver esta grave tendencia, las autoridades concuerdan en que la solución debe ser integral, incluyendo en ese sentido tanto estrategias represivas como preventivas.
“No podemos permitir que los jóvenes salgan del sistema educativo, se debe mejorar la vigilancia comunitaria y establecer otras estrategias. Esta situación no se arregla con penas de prisión más altas, se le debe dar un enfoque diferente”, añadió París.
La Ley Penal Juvenil establece penas máximas de hasta 15 años de cárcel para los muchachos infractores y delega en el Ministerio de Justicia, la tarea de reinsertar con éxito a los jóvenes condenados a la sociedad; sin embargo, esta es una ardua labor que requiere la especial ayuda de otras instancias gubernamentales como por ejemplo el Patronato Nacional de la Infancia y el Instituto de Alcoholismo y Farmacodependencia, entre otras.
En los casos en que los infractores son menores de 12 años, la ley los considera no imputables, dejando la responsabilidad del tratamiento en manos del Patronato Nacional de la Infancia.
“La reinserción de estos jóvenes a la sociedad es un trabajo de varias instituciones y no solo del Ministerio de Justicia como lo establece actualmente la ley. El consumo y trasiego de drogas, nos hace pensar ¿qué estamos haciendo en el país en el orden preventivo para evitar este tipo de situaciones? y ¿qué podemos mejorar?”, concluyó al respecto Jorge Urbina, gerente técnico del Patronato.
Esteban Arrieta
earrieta@larepublica.net
Crack intensifica destrucción social
En 2010 más de 1,3 millones de dosis de piedra fueron incautadas por la policía
La fuerte adicción que genera la droga conocida como crack o piedra ha triplicado prácticamente el número de menores de edad que se encuentran esperando juicio, o cumpliendo sentencia por delitos contra la vida, robo agravado o contra la propiedad privada, entre otros.
Y es que la intensa ansiedad por dicha droga, hace que sus consumidores no midan las consecuencias, por lo que son capaces de hacer cualquier cosa para conseguirla.
Así las cosas, mientras que en 2009 había apenas 46 menores en las cárceles por distintas causas, al finalizar el año pasado, ya se contabilizaban al menos 130 de ellos tras las rejas.
Aunado a su fuerte dependencia, el crack es una droga fácil de conseguir, cuyo costo es relativamente barato, lo que ha hecho que se popularice rápidamente y que se haya convertido, junto a la marihuana, en las de mayor consumo en el país, comentó sobre el tema Hernando París, ministro de Justicia y Gracia.
“Debido a su inmadurez en parte y a la fuerte dependencia de esta droga, los jóvenes caen fácilmente en sus garras y una vez ahí, no tienen reparo en cometer el delito que sea, como robar un celular, una cartera o cometer un cadenazo; en el peor de los casos, hasta herir o matar, con el único objetivo de conseguir el dinero que necesitan para comprar la piedra, sin importar si tienen que utilizar métodos sumamente violentos”, añadió en ese sentido París.
El crack es un derivado de la cocaína, el cual se obtiene tras hervir los sobros de dicha droga en una solución de bicarbonato de sodio o amoniaco. Se considera adictiva inmediatamente, ya que estimula al cerebro a liberar altas cantidades de dopamina, sustancia que incrementa las sensaciones de excitación y placer. Genera paranoias, alucinaciones y pérdida progresiva de memoria. En el mercado, una piedra tiene un costo que oscila entre ¢500 y ¢1.000.
El año pasado, las autoridades decomisaron más de 1,3 millones de dosis de piedra y más de 9 mil kilos de cocaína.
Asimismo, como parte de los operativos, se detuvo a más de 34 mil personas, la mayoría de ellas, por la tenencia de marihuana o crack.
Para resolver esta grave tendencia, las autoridades concuerdan en que la solución debe ser integral, incluyendo en ese sentido tanto estrategias represivas como preventivas.
“No podemos permitir que los jóvenes salgan del sistema educativo, se debe mejorar la vigilancia comunitaria y establecer otras estrategias. Esta situación no se arregla con penas de prisión más altas, se le debe dar un enfoque diferente”, añadió París.
La Ley Penal Juvenil establece penas máximas de hasta 15 años de cárcel para los muchachos infractores y delega en el Ministerio de Justicia, la tarea de reinsertar con éxito a los jóvenes condenados a la sociedad; sin embargo, esta es una ardua labor que requiere la especial ayuda de otras instancias gubernamentales como por ejemplo el Patronato Nacional de la Infancia y el Instituto de Alcoholismo y Farmacodependencia, entre otras.
En los casos en que los infractores son menores de 12 años, la ley los considera no imputables, dejando la responsabilidad del tratamiento en manos del Patronato Nacional de la Infancia.
“La reinserción de estos jóvenes a la sociedad es un trabajo de varias instituciones y no solo del Ministerio de Justicia como lo establece actualmente la ley. El consumo y trasiego de drogas, nos hace pensar ¿qué estamos haciendo en el país en el orden preventivo para evitar este tipo de situaciones? y ¿qué podemos mejorar?”, concluyó al respecto Jorge Urbina, gerente técnico del Patronato.
Esteban Arrieta
earrieta@larepublica.net