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COLUMNISTAS


¡Alto a la violencia contra los indígenas del sur!

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 09 julio, 2014


El gobierno tiene que asegurar el cumplimiento de las leyes que protegen las comunidades y reservas indígenas, y asegurar sus vidas


Pizarrón

¡Alto a la violencia contra los indígenas del sur!

En Costa Rica hay 23 Reservas Indígenas, resultado de un proceso largo de distintas luchas para asegurarles a las comunidades originales del país, al menos, una región donde puedan vivir con sus costumbres, tradiciones y, sobre todo, con respeto a ellas, a su existencia con dignidad, decoro y decencia.
Antes de la llegada de los españoles los territorios que hoy habitamos les pertenecían de modo natural a los indígenas que vivían en estos territorios.
La violencia impuesta por los conquistadores les expropió de sus tierras, les impuso un modelo de propiedad privada, donde primero las tierras pertenecían solo al Rey, luego a personas y órdenes religiosas a las que el Rey les iba dando propiedad privada y, con ella, les daba indígenas para que trabajaran esas tierras, que habían sido de ellos, pero que a partir de entonces trabajaban para otros, donde la riqueza de lo producido no era para los indígenas sino para esos otros.
La existencia de las comunidades mismas obligó a las autoridades coloniales a reconocer tierras a las comunidades indígenas, pero restringidamente.
Al sobrevenir la Independencia, las tierras que el Rey había entregado a título privado se respetaron y las tierras reales pasaron a ser propiedad del Estado, sin que se les devolvieran a los indígenas las que les habían quitado. Estas tierras estatales sirvieron para los procesos colonizadores que se impulsaron desde el siglo XIX hasta 1950.
Los indígenas que quedaron en las tierras que les dieron, fueron constantemente violentados en sus derechos territoriales, en procura de restarles tierras o en obligarlos a trasladarse a otras regiones en peores condiciones.
Durante el siglo XIX y principios del XX la expansión de las bananeras, los enclaves extranjeros, la construcción de la carretera interamericana, más tarde con los movimientos migratorios no indígenas, en territorios indígenas, o el mismo desarrollo de café y de PINDECO, fueron otros factores que contribuyeron a despojar indígenas y llegar a asesinar al último cacique talamanqueño y eliminar su familia real.
Igual sucedió con el desarrollo de las grandes propiedades y latifundios en diversas partes del país que fueron expulsando indígenas, expropiándolos tácitamente o por invasión de nuevos colonizadores blancos.
Desde 1956 el Estado costarricense empezó a preocuparse por delimitar los territorios indígenas del país y por incluirlos lentamente en el progreso social con electricidad, escuelas, acueductos, caminos, salud etc.
Las zonas indígenas son las más pobres del país, y con los problemas de pobreza más agudos, en analfabetismo, mala vivienda, con el doble de fecundidad en las mujeres comparado nacionalmente, con salarios inferiores al 50% del salario mínimo agrícola.
Hasta 1990 la marginación de las comunidades indígenas fue muy grande, al punto que solo ocupan el 24% de sus territorios, porque el resto les ha sido usurpado, robado o invadido, como sucede actualmente en la zona de Cebror, en Salitre, de Buenos Aires.
Los finqueros que invadieron la reserva indígenas tienen que salir de ella, no les pertenece.
El actual gobierno, que esperamos no tenga compromisos políticos con esos finqueros invasores, tiene que asegurar el cumplimiento de las leyes que protegen las comunidades y reservas indígenas, y asegurar sus vidas y derechos.

Vladimir de la Cruz

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