Realidades de la carretera San José-Caldera
| Viernes 12 junio, 2009
Realidades de la carretera San José-Caldera
Este gobierno tiene un enorme mérito por la ejecución de la carretera San José – Caldera, cuya tarea todos los costarricenses debemos agradecer. Con orgullo, sus autoridades debieron salir a responder en forma directa y clara las interrogantes que algunos han expresado sobre las características de la obra pero no lo han hecho. En razón de que tuve que ver con la concepción de tan importante proyecto, siento la necesidad de expresar mi opinión al respecto.
Sobre el diseño de la vía. No es cierto que la obra se construye con diseños de hace 30 años. Es posible que el primer diseño del tramo entre Ciudad Colón y Orotina se concluyera hace treinta años, aunque su trazado se inició años atrás. El hecho de que el trazado, o sea el alineamiento de la carretera, se haya respetado hasta la fecha, no quiere decir que el diseño actual sea el mismo de aquella época.
En 1998 se hizo una revisión total del diseño para adaptarlo a la nueva demanda del tránsito, para lo cual se realizaron todos los estudios técnicos y una proyección cuidadosa del crecimiento del tránsito para los siguientes 25 años. Previamente a su construcción se rehicieron los diseños de los puentes mayores. En ese entonces no se justificaba realizar una inversión para una carretera de cuatro carriles.
Además, es de suponer que la actual administración volvió a revisar los diseños antes de dar la orden de inicio, pues era su obligación, siendo que había transcurrido un periodo tan largo, siete años, desde que se formalizó el contrato y eso podía hacer variar los planes originales. Después de todo, la obra que actualmente se construye pasó de un costo original del contrato de $143 millones al actual, que es de $366 millones, o sea que sufrió un incremento que solo se puede justificar por cambios muy importantes al diseño de lo contratado.
Sobre el contrato por concesión. Se trató de una decisión correcta y acertada. Tengamos presente que todos los anteriores intentos por realizar la construcción con recursos públicos habían fracasado y el gobierno no contaba con los recursos financieros propios o prestados para ejecutarla. Si no se hubiera procedido como se hizo, en este momento seguiríamos esperando por una solución.
En 1997, un año antes de que se adoptara la decisión, el gobierno anterior había desestimado en forma definitiva su ejecución al punto que renunció al crédito otorgado por el BID para financiarlo.
Sobre el monto de la tarifa. No imaginábamos hace diez años que iniciar el contrato demoraría tantísimo y menos que el costo de la obra se elevaría tan desproporcionadamente. El valor de la tarifa anticipado en el cartel de licitación, era socialmente aceptable, bastante menor que la que se pretende cobrar ahora. El contrato se habría terminado de amortizar en el año 2028 y ahora lo será en 2035. Siete años de ingresos sumamente elevados, por el monto de la tarifa que se aplicará para entonces a un volumen de vehículos también mucho más alto. No es lo mismo amortizar $143 millones que $366 millones.
Sobre la decisión de ampliar la extensión del proyecto. La decisión de ampliar el proyecto de San José a Caldera fue igualmente muy acertada: incluyó de una vez la modernización del tramo urbano entre Ciudad Colón y San José para lo cual se diseñaron e incorporaron al contrato varios intercambios muy importantes, inclusive los puentes peatonales que reclama la gente de Santa Ana. Lo que sí me extraña es que se hayan eliminado del contrato, lo mismo que la intersección para los accesos a Santa Ana (hay tiempo para que lo vuelvan a incorporar) y que el cobro del peaje para este sector se inicie antes de que terminen todas las obras programadas, entre ellas el intercambio con la Carretera de Circunvalación.
Sobre el congestionamiento en la entrada a San José. La preocupación por los efectos de este tapón es muy válida. Por eso, en 1998 se propuso y luego se licitó, la construcción de un viaducto que comunicaba los 3,5 kilómetros que separa ese lugar con la Plaza González Víquez. La Administración del siguiente gobierno lo eliminó de un cartel de licitación que lo incluía pues decidieron que concluir la porción que falta de la Circunvalación era suficiente para resolver ese punto de congestionamiento. Al final no se hizo ni una ni otra alternativa.
La gran tragedia de la obra que se está construyendo es el periodo de parálisis que sufrió desde su contratación hasta su inicio. Siete años mal gastados que le están saliendo demasiado caros a los costarricenses.
Rodolfo Méndez Mata
Este gobierno tiene un enorme mérito por la ejecución de la carretera San José – Caldera, cuya tarea todos los costarricenses debemos agradecer. Con orgullo, sus autoridades debieron salir a responder en forma directa y clara las interrogantes que algunos han expresado sobre las características de la obra pero no lo han hecho. En razón de que tuve que ver con la concepción de tan importante proyecto, siento la necesidad de expresar mi opinión al respecto.
Sobre el diseño de la vía. No es cierto que la obra se construye con diseños de hace 30 años. Es posible que el primer diseño del tramo entre Ciudad Colón y Orotina se concluyera hace treinta años, aunque su trazado se inició años atrás. El hecho de que el trazado, o sea el alineamiento de la carretera, se haya respetado hasta la fecha, no quiere decir que el diseño actual sea el mismo de aquella época.
En 1998 se hizo una revisión total del diseño para adaptarlo a la nueva demanda del tránsito, para lo cual se realizaron todos los estudios técnicos y una proyección cuidadosa del crecimiento del tránsito para los siguientes 25 años. Previamente a su construcción se rehicieron los diseños de los puentes mayores. En ese entonces no se justificaba realizar una inversión para una carretera de cuatro carriles.
Además, es de suponer que la actual administración volvió a revisar los diseños antes de dar la orden de inicio, pues era su obligación, siendo que había transcurrido un periodo tan largo, siete años, desde que se formalizó el contrato y eso podía hacer variar los planes originales. Después de todo, la obra que actualmente se construye pasó de un costo original del contrato de $143 millones al actual, que es de $366 millones, o sea que sufrió un incremento que solo se puede justificar por cambios muy importantes al diseño de lo contratado.
Sobre el contrato por concesión. Se trató de una decisión correcta y acertada. Tengamos presente que todos los anteriores intentos por realizar la construcción con recursos públicos habían fracasado y el gobierno no contaba con los recursos financieros propios o prestados para ejecutarla. Si no se hubiera procedido como se hizo, en este momento seguiríamos esperando por una solución.
En 1997, un año antes de que se adoptara la decisión, el gobierno anterior había desestimado en forma definitiva su ejecución al punto que renunció al crédito otorgado por el BID para financiarlo.
Sobre el monto de la tarifa. No imaginábamos hace diez años que iniciar el contrato demoraría tantísimo y menos que el costo de la obra se elevaría tan desproporcionadamente. El valor de la tarifa anticipado en el cartel de licitación, era socialmente aceptable, bastante menor que la que se pretende cobrar ahora. El contrato se habría terminado de amortizar en el año 2028 y ahora lo será en 2035. Siete años de ingresos sumamente elevados, por el monto de la tarifa que se aplicará para entonces a un volumen de vehículos también mucho más alto. No es lo mismo amortizar $143 millones que $366 millones.
Sobre la decisión de ampliar la extensión del proyecto. La decisión de ampliar el proyecto de San José a Caldera fue igualmente muy acertada: incluyó de una vez la modernización del tramo urbano entre Ciudad Colón y San José para lo cual se diseñaron e incorporaron al contrato varios intercambios muy importantes, inclusive los puentes peatonales que reclama la gente de Santa Ana. Lo que sí me extraña es que se hayan eliminado del contrato, lo mismo que la intersección para los accesos a Santa Ana (hay tiempo para que lo vuelvan a incorporar) y que el cobro del peaje para este sector se inicie antes de que terminen todas las obras programadas, entre ellas el intercambio con la Carretera de Circunvalación.
Sobre el congestionamiento en la entrada a San José. La preocupación por los efectos de este tapón es muy válida. Por eso, en 1998 se propuso y luego se licitó, la construcción de un viaducto que comunicaba los 3,5 kilómetros que separa ese lugar con la Plaza González Víquez. La Administración del siguiente gobierno lo eliminó de un cartel de licitación que lo incluía pues decidieron que concluir la porción que falta de la Circunvalación era suficiente para resolver ese punto de congestionamiento. Al final no se hizo ni una ni otra alternativa.
La gran tragedia de la obra que se está construyendo es el periodo de parálisis que sufrió desde su contratación hasta su inicio. Siete años mal gastados que le están saliendo demasiado caros a los costarricenses.
Rodolfo Méndez Mata