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¿Quién ganará la lotería navideña?

Arturo Jofré arturojofre@gmail.com | Viernes 09 noviembre, 2007


Hace bastantes años un periódico venezolano hacía un análisis de cómo aumentaba la venta de lotería cuando la población enfrentaba un fuerte deterioro económico. La gente compra esperanza y la lotería se transforma en un buen tranquilizante, por lo menos hasta que se realiza el sorteo. En Costa Rica no vivimos deterioro económico, pero aun así ya comenzó la fiesta de la lotería navideña y las ventas irán tan bien como siempre.

Como todos los años, ya se anuncia la especulación de los revendedores con los precios de la lotería, al respecto se me viene a la mente un curioso sistema de trabajo que imperaba en los muelles de Valparaíso, Chile. El puerto dependía de los estibadores, hombres que basaban su trabajo en su corpulencia. Recibían muy buenos salarios, lo que ayudó a que muchos de ellos subcontrataran verbalmente a algún corpulento desempleado para que hiciera todo el trabajo a cambio de la mitad del salario. El trabajador que suplantaba al estibador era conocido como “el medio pollo”. Los salarios eran tan jugosos que pronto el medio pollo hacía lo mismo y le daba la mitad de lo que recibía al “cuarto pollo”, a quien le correspondía cargar con todo el trabajo. Llegó a darse el extremo de que apareciera hasta el “octavo pollo”.

En la venta de lotería abundan los medios y cuartos pollos, pero como los ingresos no dan para tanto, entonces los revendedores recargan un sobreprecio al boleto. ¿Qué hará esta vez la Junta de Protección Social? Algo diferente y que ya ha iniciado: eliminar esta práctica por medio de la venta de lotería virtual, utilizando bancos, supermercados. etc. La JPS se equivoca, ya que —si bien puede resolver el problema— lo hace sin medir el impacto social de sus decisiones. En efecto, la venta de lotería genera miles de empleos que se espera sean para personas necesitadas a las que se les hace casi imposible conseguir un puesto de trabajo, como discapacitados, madres con hijos y sin fuentes de ingreso, en fin. Ellos deberían ser parte de los que ganen la lotería por medio de una fuente de ingresos.

Uno de los ejemplos más interesantes de enfoque social del juego es el de España, donde la lotería nacional, conocida como “la once”, pertenece a la Organización Nacional de Ciegos, la cual creó la Fundación para la Cooperación e Integración Social de Personas Minusválidas. Ellos se preocupan por que la administración del sistema sea eficiente y no se quede una parte desproporcionada de los ingresos en la burocracia. Esto permite un control directo de las instituciones beneficiarias.

El poder ver los resultados de los beneficios en obras concretas y no dispersas en las burocracias institucionales, una fuerza de ventas que cubra a sectores marginados por el mercado laboral, un usuario tratado con honestidad, son desafíos que tiene la JPS. En resumen, la lotería es más que un juego, es la esperanza que tenemos todos por hacer eficaz el destino de miles de millones de colones a quienes más necesitan.

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