Múltiples fracciones legislativas y gobernabilidad
| Lunes 19 julio, 2010
Múltiples fracciones legislativas y gobernabilidad
De los columnistas de nuestra prensa con quien casi siempre coincido, para mi satisfacción por el respeto y cariño que le tengo, es con don Alberto Cañas. Sin embargo como dice el refrán “La excepción confirma la regla” y discrepo del contenido del comentario de don Alberto en la Edición de La República del sábado 10 de este mes.
En esa columna don Alberto se hace eco de algo que en los últimos tiempos se ha repetido muchísimas veces y es que la poca productividad de la Asamblea Legislativa y que “la ingobernabilidad” que esto genera es consecuencia de que existan muchas fracciones legislativas, que representan distintos partidos e intereses. En mi criterio esto no es cierto y el problema radica en otras causas y en otro poder.
Mi propia experiencia como diputado en el período 1974-1978 evidencia que las muchas fracciones no producen necesariamente “ingobernabilidad”. En 1974 el pueblo de Costa Rica eligió a ocho partidos políticos para que tuviésemos representación en la Asamblea Legislativa. Liberación Nacional, Unificación Nacional, Nacional Independiente, Renovación Democrática, Partido Comunista, Unión Agrícola Cartaginesa, Partido Demócrata y Partido Republicano. O sea entramos ocho fracciones y poco después la de Unificación se dividió por lo que el Congreso operó con nueve fracciones.
En ese período se aprobaron leyes como la Ley General de la Administración Pública, El Empréstito de Caldera, El Distrito de Riego de Moracia, la Ley de Pensiones del Régimen no Contributivo, Ley que sanciona la pesca ilegal, Ley de Procedimientos del Régimen Agrario, la Ley de Representantes de Casas Extranjeras, Ley que autorizó la compra directa de maquinaria, Impuesto a las cajas de banano exportadas, entre muchas otras. Don Daniel Oduber gobernó y nunca alegó que las muchas fracciones en la Asamblea Legislativa habían hecho al país “ingobernable”.
¿Cuál es entonces la diferencia? Precisamente que la Presidencia de la República la ostentaba Daniel Oduber.
Sin prepotencias, sin dogmatismos y con mucho respeto mutuo él pudo manejar las relaciones, personalmente, con todos los jefes de fracción y negociando en el mejor y más puro sentido de la palabra, sin cartas ocultas, todas sobre la mesa, con transparencia y confianza se logró la armonía que el país necesitaba.
Con don Daniel los jefes de fracción conjuntamente nos reuníamos periódicamente. Ahí frente a todos se discutía los proyectos en que había interés. Se negociaba la agenda en donde tanto el Poder Ejecutivo como los diputados de oposición lográbamos se incluyeran los temas a discutir, y cada fracción garantizaba el número de votos que podía ofrecer.
En muchas oportunidades algunos diputados, por razones estrictamente personales se apartaban del criterio de su fracción, y su posición se le respetaba, pero si los jefes de fracción ofrecíamos los votos necesarios para que la ley fuese aprobada, se tenía confianza que así sería. Hubo casos por supuesto, en que el acuerdo no fue posible.
La condición de estadista de quien ostenta la primera magistratura y la seriedad y compromiso con el país de los diputados y sus jefes de fracción permitieron que con nueve fracciones legislativas Daniel Oduber gobernara en el verdadero sentido de la palabra y que los diputados cumpliésemos con nuestros compromisos. Ergo se puede gobernar con muchas fracciones legislativas.
Juan José Echeverría Brealey
jjeb@bufeteecheverria.com
De los columnistas de nuestra prensa con quien casi siempre coincido, para mi satisfacción por el respeto y cariño que le tengo, es con don Alberto Cañas. Sin embargo como dice el refrán “La excepción confirma la regla” y discrepo del contenido del comentario de don Alberto en la Edición de La República del sábado 10 de este mes.
En esa columna don Alberto se hace eco de algo que en los últimos tiempos se ha repetido muchísimas veces y es que la poca productividad de la Asamblea Legislativa y que “la ingobernabilidad” que esto genera es consecuencia de que existan muchas fracciones legislativas, que representan distintos partidos e intereses. En mi criterio esto no es cierto y el problema radica en otras causas y en otro poder.
Mi propia experiencia como diputado en el período 1974-1978 evidencia que las muchas fracciones no producen necesariamente “ingobernabilidad”. En 1974 el pueblo de Costa Rica eligió a ocho partidos políticos para que tuviésemos representación en la Asamblea Legislativa. Liberación Nacional, Unificación Nacional, Nacional Independiente, Renovación Democrática, Partido Comunista, Unión Agrícola Cartaginesa, Partido Demócrata y Partido Republicano. O sea entramos ocho fracciones y poco después la de Unificación se dividió por lo que el Congreso operó con nueve fracciones.
En ese período se aprobaron leyes como la Ley General de la Administración Pública, El Empréstito de Caldera, El Distrito de Riego de Moracia, la Ley de Pensiones del Régimen no Contributivo, Ley que sanciona la pesca ilegal, Ley de Procedimientos del Régimen Agrario, la Ley de Representantes de Casas Extranjeras, Ley que autorizó la compra directa de maquinaria, Impuesto a las cajas de banano exportadas, entre muchas otras. Don Daniel Oduber gobernó y nunca alegó que las muchas fracciones en la Asamblea Legislativa habían hecho al país “ingobernable”.
¿Cuál es entonces la diferencia? Precisamente que la Presidencia de la República la ostentaba Daniel Oduber.
Sin prepotencias, sin dogmatismos y con mucho respeto mutuo él pudo manejar las relaciones, personalmente, con todos los jefes de fracción y negociando en el mejor y más puro sentido de la palabra, sin cartas ocultas, todas sobre la mesa, con transparencia y confianza se logró la armonía que el país necesitaba.
Con don Daniel los jefes de fracción conjuntamente nos reuníamos periódicamente. Ahí frente a todos se discutía los proyectos en que había interés. Se negociaba la agenda en donde tanto el Poder Ejecutivo como los diputados de oposición lográbamos se incluyeran los temas a discutir, y cada fracción garantizaba el número de votos que podía ofrecer.
En muchas oportunidades algunos diputados, por razones estrictamente personales se apartaban del criterio de su fracción, y su posición se le respetaba, pero si los jefes de fracción ofrecíamos los votos necesarios para que la ley fuese aprobada, se tenía confianza que así sería. Hubo casos por supuesto, en que el acuerdo no fue posible.
La condición de estadista de quien ostenta la primera magistratura y la seriedad y compromiso con el país de los diputados y sus jefes de fracción permitieron que con nueve fracciones legislativas Daniel Oduber gobernara en el verdadero sentido de la palabra y que los diputados cumpliésemos con nuestros compromisos. Ergo se puede gobernar con muchas fracciones legislativas.
Juan José Echeverría Brealey
jjeb@bufeteecheverria.com