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Sábado, 14 de diciembre de 2024



EDITORIAL


La tarea que no se hizo

El país no puede seguir estancado por la inoperancia de un aparato estatal del que hace décadas se nos comenzó a decir que se estaba “reestructurando”

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 20 octubre, 2010


Editorial


Costa Rica no puede seguir al ritmo lento que trae desde hace décadas. Las trabas por la cantidad y complejidad de trámites a la hora de cualquier emprendimiento público o privado, impiden que casi cualquier cosa se ejecute en un tiempo adecuado. La no instalación de hidrantes aun cuando se ha recaudado el dinero para hacerlo es una prueba más de esto.

A pesar de ser un reclamo no solo del sector privado sino incluso de los funcionarios públicos que se quejan de la tramitomanía, pareciera que todo se reduce a ese ámbito, el de las quejas.

Llevamos mucho tiempo comprobando las consecuencias negativas de esto y vivimos los cuatro años de la administración Arias escuchando clamores por lo mismo, pero no vimos que se emprendiera la tarea de cambiar las cosas. Hacerlo, sin embargo, era indispensable para colocar al país en verdaderas condiciones de competir.

Hoy, aparentemente, se hace un estudio de las instituciones del Estado para detectar los problemas, pero no sabemos a qué ritmo se estará haciendo.

Cada jerarca a cargo debiera, a estas alturas, tener totalmente claro dónde están las trabas en la institución que dirige y cómo se deben corregir. Si no es así, si alguien debe hacer ese trabajo por ellos, tenemos enfrente el primer gran problema: gente que no cumple con su deber o no sabe cómo hacerlo. Este puede ser uno de los problemas que originan la lentitud.

Lo cierto es que el país no puede seguir estancado por la inoperancia de un aparato estatal del que hace décadas se nos comenzó a decir que se estaba “reestructurando”. La realidad evidencia que los sucesivos jerarcas solo continuaron, cómodamente, con el sistema existente.

Corresponde hoy al gobierno cambiar esta situación y hacerlo ahora es perentorio y, por lo tanto, más difícil. Ya no se dispone del tiempo con que se contaba antes, cuando la competencia era menos feroz.

Sin embargo, debe hacerse. El gobierno deberá enfrentar con decisión y mucha energía estas tareas pendientes. Estas son tanto delicadas como urgentes.

Deberán reducirse el tiempo y la complejidad de los trámites, eliminando la presentación de documentos en una ventanilla cuando la información de estos ya esté en alguna dependencia del Estado, mediante el real funcionamiento del gobierno digital, sin que esto debilite, sino más bien refuerce los controles y regulaciones necesarias.

Deben reducirse considerablemente los tiempos que cada instancia tiene para responder, aprobar o reprobar documentación. Debe, en fin, funcionar con profesionalismo y eficacia el aparato estatal.










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