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De congruencia y responsabilidad

Vilma Ibarra vilma.ibarra@gmail.com | Miércoles 07 mayo, 2014


Podría haber dejado la tarea sin acabar (Leonardo Garnier). Pero eso hubiera sido como terminar el curso sin presentarse al examen final


Hablando Claro                      

De congruencia y responsabilidad

La resistencia al cambio nos resulta casi connatural. A nosotros no nos gustan las alteraciones de nuestra vida, anclada en ciertas certidumbres; aunque estas sean vetustas o del todo obsoletas.
Por eso, no hemos podido hacer una reforma político institucional que le insufle nuevos bríos a la vida democrática. Por eso llevamos años postergando una reforma fiscal. Por eso…
Esta reticencia al cambio en nuestro caso, no es solo una cuestión de falta de osadía, sino también de falta de necesidad. Nos cuesta dar saltos mayores hacia adelante porque la verdad es que las apuestas de a poquito nos han dado buen resultado. ¿Para qué cambiar entonces lo que ha funcionado bien?
De modo que es difícil convencernos de que hay mejores maneras de hacer las cosas o que podemos dar otros pasos que probablemente nos permitirían avanzar hacia más y mejores estadios de prosperidad.
Divago sobre esto en un intento por comprender por qué los estudiantes del sistema público deben asumir las consecuencias de una huelga en la que no se logrará una reivindicación que no sea otra que la anunciada desde la semana pasada por las autoridades de Educación,  respecto de que los lamentabilísimos atrasos por el impago o el pago incompleto del salario del mes de abril a un grupo de profesores, no se podrán terminar de resolver sino hasta la próxima semana.
Se trata de los problemas generados por el traslado del muy viejo sistema de erogaciones del MEP (que era imperioso dejar atrás so pena de un alhzéimer tecnológico) al sistema Integra2 del Ministerio de Hacienda,  mucho más confiable, moderno y seguro.
Hubiera sido sencillísimo para el ministro Garnier detener el cambio que no podía hacerse hasta después de iniciado el curso lectivo (dado que había que esperar nombramientos, traslados y demás acciones de personal para proceder) y patear la pelota para adelante.
Haber tomado la decisión de hacerlo y asumir con ello costo de poner el pecho a las balas por los inevitables errores que produce la puesta en marcha de un programa tan ambicioso que está trasladando de sistema los pagos de 75 mil funcionarios,  le está costando caro al saliente Ministro.
Ahora, en medio de la exacerbación de los ánimos, la irracionalidad de los argumentos y hasta los improperios, es imposible ponderar la necesidad que había de llevar adelante la modernización del pago de planillas de los educadores.
No obstante y pese a los tropiezos de inicio,  ejecutarlo fue un acto de necesaria congruencia de Leonardo Garnier.
Podría haber dejado la tarea sin acabar. Pero eso hubiera sido como terminar el curso sin presentarse al examen final. Y no hubiera sido congruente con él mismo, como el primer educador del sistema público que fue durante ocho años.
Hay que reconocer la determinación de don Leonardo.
Porque justamente de eso se trata la adopción de decisiones en la función pública. De asumir responsabilidades y actuar congruentemente. Algo que hoy, cada vez menos funcionarios están dispuestos a hacer; sobre todo considerando el enorme costo que conlleva.

Vilma Ibarra

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