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EDITORIAL


BOCADO

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 26 marzo, 2008


Editorial


Disposiciones para bajar el consumo de hidrocarburos siguen ausentes de la agenda política y algunos esfuerzos aislados de empresas y particulares en ese sentido son insuficientes

Pronósticos preocupantes

Las últimas noticias sobre el crecimiento en el precio del petróleo y las necesidades del hidrocarburo por parte de algunos países, lejos de traer esperanzas sobre posibles bajas, más bien hacen del futuro un panorama más nebuloso.

Por un lado, una de las principales situaciones que ejercen presión y pintan en el camino un futuro incierto es la que se refiere a la demanda y el crecimiento en el consumo a nivel mundial.

El desarrollo de economías poderosas como la de China ha representado un incremento del consumo de hidrocarburos superior al 8%, ubicándolo incluso en el tercer lugar entre los mayores consumidores del mundo.

Pero esto no ha sido ajeno a economías con deterioros, y muestra de ello es Estados Unidos, país en el que, a pesar de estar muy cerca de la recesión, el gasto en carburantes no se reduce.

El otro factor que afecta es el que se refiere a la oferta. La cantidad de hidrocarburos que el mundo produce actualmente, y que requerirá en el futuro cercano, no es suficiente para satisfacer la demanda existente.

Desde ya se prevé un déficit energético en el Cono Sur a partir del otoño austral, lo que ha motivado a naciones como Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay a aplicar medidas tanto desde el punto de vista de nuevas inversiones como del ahorro.

Nuestro país no está ajeno a esta volatilidad. Algunos analistas advierten que es más sencillo que los precios internacionales del barril suban y se mantengan por encima de los $120, antes de que lleguen a niveles inferiores a $80, como hace meses. De hecho, algunos van más allá, y hablan de que no sería de extrañar que el precio llegue en el corto plazo hasta los $200.

En diversas ocasiones hemos hecho llamados para que en el ámbito nacional tomemos las medidas pertinentes y evitemos el elevado consumo. Estas disposiciones, sin embargo, han estado ajenas de la agenda política, aunque no así de algunos esfuerzos aislados por parte de empresas y particulares.

No obstante, esto no es suficiente. Las proyecciones no son nada esperanzadoras y ante ello se hace cada vez más necesario actuar con claridad.







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