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Jueves, 28 de marzo de 2024



EDITORIAL


La vida no se vende

Los daños a la Naturaleza deben ser condenados con penas análogas a las que merece todo delito contra la persona

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 04 agosto, 2011


Editorial


Los casos de daño ambiental en el país se duplicaron en el primer semestre del año, alerta el Tribunal Ambiental Administrativo. Hasta junio, este órgano había recibido 254 denuncias.

El costarricense, en el devenir de su historia, ha logrado convertirse en un ser sociable; es decir, ha adquirido una profunda conciencia sobre la existencia y necesidades de “el otro”. Por ello, surge en nuestra forma de ser esa tendencia moral de respetar cualquier forma de vida como si esta constituyera otro yo.

Sin embargo, la reputación que como país verde nos hemos forjado ante el mundo, se erosiona cada vez más a pesar de la sensibilidad conservacionista que distingue a nuestro pueblo.

Probablemente lo que esté fallando sea precisamente el abandono de nuestros valores, el hecho de haber permitido que mengüe nuestra idiosincrasia ecologista, ante el peso de modelos económicos tendientes al consumismo, el exceso y la opulencia.

El compromiso que Costa Rica adquirió de ser neutral en carbono para 2021, año del bicentenario de su Independencia, es una meta ambiciosa, que requerirá para su realización la ayuda de todos los ciudadanos y de los próximos gobiernos, había advertido el presidente Oscar Arias cuando anunció al mundo esta propuesta.

Por ello, la responsabilidad ecológica que se deriva de tal compromiso no puede ser objeto de concesiones, de comercio ni de tolerancias generadas al socaire de cualquier portillo que dejara entreabierto —con intención o sin ella— cualquier instrumento legal mal redactado.

Toda infracción ecológica constituye un delito contra la vida. En este contexto, merece repudio cualquier tipo de sanción económica. En muchos casos, o en la mayoría de ellos, las penas pecuniarias para esta clase de delito, no son más que un eufemismo tendiente a lucrar o cohonestar con la trasgresión ecológica.

Los daños a la Naturaleza deben ser condenados mediante penas análogas a las que merece todo delito perpetrado contra la integridad de la persona.

Logremos o no la meta de la carbono neutralidad, los costarricenses tenemos que ir aprendiendo a distinguir entre las falacias efectistas que el utilitarismo busca introducir en la sociedad, con el fin de eludir la cuota de responsabilidad que determinada actividad productiva acarree en el desgaste biológico de la Naturaleza.










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