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COLUMNISTAS


Usemos el oro

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 04 noviembre, 2020


Se estima que hay 1.200 millones de onzas de oro esperando para ser minado en Las Crucitas; ¡pertenecen al Estado! Actualmente el precio internacional de este mineral es $1.700 (¢1.2 millones) por onza—un valor en el mercado de 2.4 mil millones de dólares. Ese monto de dinero dejaría al país con una solidez financiera que no se ha visto por muchos años si se combinara con recortes de gastos del estado. Es significativamente más de lo que ahorita pudiera negociarse con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Rolando Araya Monge tiene toda la razón cuando promueve una reconsideración de la decisión de prohibir toda minería en el territorio nacional (decisión de Laura Chinchilla); igual que Oscar Arias que vio ese potencial y promovió una concesión a una empresa minera canadiense. Está claro que la oposición de diversos grupos ambientalistas al proyecto Las Crucitas fue más que todo ideológica; salvar al periquito esmeralda no era algo que realmente les importaba. Igual que su oposición a ALCOA, a la concesión de la cárcel en Pococí, o al proyecto de APM Terminales, fundamentalmente estos grupos odian a las corporaciones multinacionales (en este caso canadiense) y no los quieren en Costa Rica.

Si fuera tan importante el medio ambiente estarían permanentemente protestando y tomando medidas para proteger a los terrenos que formaron parte de la concesión. Desde que se fueron los canadienses los coligalleros artesanales han llegado a esa área y la ruina a la selva, las tierras, y a las quebradas de la zona no pudiera ser más evidente. ¡Y ni una protesta de los ambientalistas!

Se estima que ya han extraído y llevado estos coligalleros y sus financistas más de $200 millones de oro robado del pueblo. No ha podido controlar el problema la autoridad. Ya sería el colmo si por la inacción del gobierno se llevara toda esa reserva sin ningún beneficio para el pueblo actualmente prostrado por una pandemia.

Si se aprobara la concesión y se vendiera el oro tendría que haber un acuerdo que el dinero se utilizaría para pagar la deuda nacional e internacional que tiene el gobierno y, por ende, todo el pueblo. Si se usara los recursos para más gastos innecesarios, gollerías, excursiones al exterior de empleados estatales, autos de lujo, sándwiches, y la formación de todavía más burocracia, sería una lástima—el oro representa una oportunidad que no tendrá repetición.

Ahorita el gobierno está consultando con varios grupos de la sociedad civil en reuniones en el Estadio Nacional para producir posibles soluciones al problema fiscal más serio en los 40 años últimos. La administración del PAC primero erróneamente había propuesto subir los impuestos a todo el pueblo; el rechazo fue tan fuerte que tuvo que retirar su plan. Con la economía nacional en recesión y con una tasa de desempleo del 30%, la idea de extraer más dinero de los habitantes fue repudiada.

¿Por qué se afligen tanto, señores? En Las Crucitas está una solución y no requiere ningún sacrificio de los costarricenses.

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