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Una bala perdida en un país armado

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 04 abril, 2018


Una bala perdida en un país armado

Encontramos una bala perdida en el techo de la oficina donde trabajo en Sabana Sur, la semana pasada. Perforó el techo, pero no pasó por el cielo raso; reparamos el daño y botamos el plomo. Seguramente algún ciudadano disparó al aire y casualmente fue en este lugar donde terminó.

Estas balas perdidas son muy peligrosas y cada vez son más comunes; los ciudadanos se están armando con más rapidez, legal e ilegalmente. La autoridad ha tratado de controlar el crecimiento en la presencia de armas de fuego en lo que es un país “pacífico,” y ha reformado los reglamentos para hacer más difícil obtener licencia de portar algún fusil. “En un país que prohíbe las armas a la ciudadanía, solo los criminales las portan” y no está claro el porcentaje real que poseen. Diferentes estudios proyectan que podría ser entre un diez y un quince por ciento de los hogares en los que ahora hay un arma.

Los ciudadanos se arman porque consideran que la policía no tiene la capacidad de protegerlos. En los últimos cuatro años el presupuesto para el Ministerio de Seguridad Pública se ha visto reducido y no es posible que la autoridad brinde protección a todos. El gobierno saliente promovió el “impuesto a las sociedades privadas” como una solución al problema; realizó un esfuerzo en los medios y en la Asamblea Legislativa para lograr la aprobación de este tributo con el argumento de que solo con estos recursos podría aumentar su esfuerzo en la lucha contra la delincuencia. Pareciera que los fondos frescos producidos por la ley fueron a la “caja única” y el Ministerio de Hacienda los asignó a otras necesidades “más imperiosas”.

En Costa Rica las balas perdidas matan un promedio de dos personas al año. Algunos dirán que “no es tanto” pero para las familias que sufren una pérdida de esta manera sí es “mucho”. En El Salvador, donde celebran la llegada del Año Nuevo disparando al cielo, son más las muertes; hubo consternación cuando recientemente un bebé murió en su cuna por la llegada de una bala.

Una bala que es disparada al aire sube hasta que pierde velocidad y luego regresa a la tierra a la velocidad de 9,75 metros por segundo. Dependiendo del arma y la altura que alcance el proyectil puede pegar a la tierra a una velocidad muy elevada y hacer el mismo daño como si fuera disparado directamente al lugar que penetra. Claro que no son solo balas tiradas al aire que “se pierden”. También en los fusilamientos que provocan las luchas entre grupos de criminales, alguno tira mal y una casa cercana puede ser penetrada directamente. Por lo menos se produce daño a la propiedad.

Ya se ven anuncios para empresas que venden el servicio de blindaje para automóviles con un nivel tres o cuatro; cada vez hay más que consideran necesario viajar en las calles con este tipo de protección. ¿Continuará creciendo la violencia en Costa Rica?

cdenton@cidgallup.com

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