Un mensaje a la señora Presidenta
| Lunes 15 julio, 2013
El ejercicio del poder debe ser cuidadoso, jamás un castigo y siempre un deseo de que los subordinados se sientan, cómodos, satisfechos y felices. Menudo trabajo que en los últimos ocho años ha sido un real fracaso
Un mensaje a la señora Presidenta
Hace un tiempo escuché al señor Ministro Roberto Gallardo —para mí uno de los mejores del actual gobierno— quejarse, de que el País, debía mirar los números duros, los positivos, las obras de gobierno y no la personalidad y el carácter de la señora Presidenta. Discrepo del señor Ministro.
Cuando el pueblo nombra un Presidente, pretende que este esté cerca de él, y que haya un afecto recíproco, compartido. El exceso de protagonismo, con una Presidenta, que se le respeta, pero cuya cara rígida pareciera más bien señalar un regaño o un gesto de desaprobación, ha recibido de parte de la ciudadanía, producto de decisiones cuya escucha y negociación, las comunidades no han participado, una repulsa total y enorme.
Decía con gran acierto don José Figueres Ferrer, que a la mayoría de los problemas, las soluciones, se encontraban en los comentarios de los costarricenses que habitaban en las zonas donde existían los grandes problemas.
Claro, cuando no se escucha por los líderes políticos del momento produce un efecto de decaimiento, a todo nivel nacional, inconveniente, creándose una sensación de abatimiento y desánimo donde los grandes emprendedores y los productores nacionales se sienten frustrados y sorprendidos por esta peculiar forma de ejercer el poder.
Más aún, se incrementa a nivel nacional el desánimo cuando, las palabras de la señora Presidenta, resultan confusas e inexactas y los actores políticos, con razón y agudeza, señalan, las inconsistencias de doña Laura y vociferan fuertemente en la Asamblea Legislativa que se le está mintiendo al País una y otra vez.
La presidenta entrevistada por un prestigioso noticiero, en un acto de simpleza y naturalidad, confiesa que ella se apaña con los problemas, como si lo anterior fuera meritorio y a las personas le resultara gracioso.
El ejercicio del poder, debe ser cuidadoso, jamás un castigo y siempre, un deseo de que todos los subordinados se sientan, cómodos, satisfechos y felices en el país de la felicidad eterna.
Menudo trabajo que en los últimos ocho años ha sido un real fracaso. Decidir NO es dividir. Ese es el gran aprendizaje que aún, no es tarde para que la Señora Presidenta lo incorpore en estos últimos once meses de gestión.
Moisés Fachler Gunspan
Abogado y notario
Doctor en derecho de las instituciones públicas