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TROTANDO MUNDOS

Humberto Pacheco humberto.pacheco@pachecocoto.com | Martes 02 octubre, 2007


TROTANDO MUNDOS

Lic. Humberto Pacheco A., M.C.L.

Hace mucho tiempo nos dimos cuenta de nuestras limitaciones como políticos y nuestro rechazo a esa actividad. “Limitaciones” probablemente se queda corta; ignorancia es seguramente más apta. Es un tema genético: nuestro padre peleó en la Revolución del 48, sirvió en la Junta de Gobierno, contribuyó a fundar el Partido Liberación Nacional y, contra el consejo de nuestra madre, sirvió en el primer gobierno electo de don José Figueres. Le tocó como Ministro de Seguridad Pública dirigir la orquesta ante la invasión somocista del 55, lo que lo dejó, tras la victoria, con la puerta abierta para optar por una posición en el rol presidencial del Partido Liberación Nacional.
Sin embargo, aparte de algunas consideraciones personales de cómo criar a sus hijos, que no rimaban con la política y que mi hermana y yo le agradeceremos siempre, la desilusión que se apoderó de él cuando la mística del 48 se acabó hizo que un día se fuera para su casa y no volviera nunca, limitándose a cumplir con su deber patriótico de votar en cada elección presidencial. Esa escuela provocó que el suscrito jamás considerara un cargo público.
Lo cierto es que, sin haber jamás participado activamente en política, sin duda la percibimos desde una óptica equivocada. Por eso no podemos comprender porque los asesores del Presidente Bush no le aconsejaron tomar una acción inmediata en el caso de Myanmar. Es cierto que, como siempre, los Estados Unidos son la única potencia que ha hecho algún esfuerzo por mitigar la supresión genocida, advirtiendo al dictador que lo tiene en la mira, pero eso no alcanza y ya hay muertos. Una iniciativa militar quizás habría alcanzado dos objetos legítimos, el humano y el político: se habrían salvado vidas por una lado y por el otro se habría generado una popularidad mundial innegable para el Presidente.
Ante el atropello que está sufriendo el pobre pueblo de la antigua Burma a manos de un sátrapa sangriento (igual a los de este lado que tanto inquieta a sus cónsules cuando así los tildamos), las advertencias y las sanciones económicas no sirven. Nosotros habríamos aconsejado al Presidente Bush que de inmediato enviara un barquito de guerra al vecindario, hiciera volar seis de esos super-aviones negros encima del palacio del asesino (eso es algo impresionante) y le advirtiera que, por cada persona asesinada o encarcelada le destruiría- a lo Libia- su palacete y sus cuarteles. Estamos seguros de tres cosas:
-el dictadorsucho se habría muerto del susto;
-no se habría atrevido a maltratar a nadie y a lo mejor hasta habría sucumbido;
-y, sí aún así su soldadesca hubiera asesinado a alguien- como ya lo hizo- y el Presidente Bush hubiera tenido que cumplir su amenaza, el mundo libre le habría cantado loas a don George. Políticamente debe de haber muchas razones para no hacer eso, pero no las entendemos.
Entre tanto, ese monstruo amorfo que son las Naciones Unidos ya movió un pié para hacer algo, mientras mueren personas inocentes; cuando mueva el otro ya el sátrapa habrá aplastado el movimiento y tendrá excusas; nada pasará. Es tal la cantinflada que el representante de lo ONU no ha podido ni viajar a Myanmar porque no tiene visa!
Ahora bien, no cuenten con la Unión Europea. Esta siempre ha guardado culpable silencio y se ha esperado a que los Estados Unidos ponga los muertos, para luego sacarle provecho a la situación. Remember Kosovo.
Resulta curiosa la analogía con nuestro país pues aquí los sediciosos lo que precisamente buscan es llevarnos hacia un gobierno comunista como el de Myanmar. Sería interesante ver que les pasaría en uno de esos paraísos rojos sí incitaran a la subversión porque algo no les gusta.

vikocr@racsa.co.cr

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