Selección Nacional requiere supervisión
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 08 febrero, 2008
Es realmente preocupante que en la Federación Costarricense de Fútbol no exista una comisión técnica de alto nivel, con autoridad, que evalúe científicamente al seleccionador nacional, le pida cuentas y le marque pautas que, de no cumplirlas, puedan llevar a la decisión del despido, pero con criterios bien fundamentados y preestablecidos.
Sin un cuerpo colegiado encargado de supervisar su funcionamiento, la Selección Nacional podría ser manejada con base en ocurrencias.
La administración de los representativos costarricenses ha carecido de supervisión adecuada. Por ejemplo, hace solo tres años fue despedido de nuestra selección el técnico colombiano Jorge Luis Pinto, exitoso en clubes de su país, Perú y Costa Rica, y quien actualmente tiene a Colombia en el cuarto lugar de la eliminatoria sudamericana.
¿Con qué criterio se despidió a Pinto si había ganado la Copa Uncaf, había clasificado a la segunda ronda de la Copa América y avanzado a la hexagonal final de Concacaf, donde marchaba con posibilidades reales de éxito? Supuestamente porque no practicaba un fútbol “bonito”.
Luego llegó Alexandre Guimaraes, clasificó al Mundial, pero no le fue bien en Alemania 2006 y entonces también fue cesado, firmó con Panamá y en diciembre pasado eliminó a Costa Rica del preolímpico de Concacaf.
En estas coyunturas, las críticas expresadas por la prensa también tuvieron su cuota de responsabilidad en las decisiones.
¿Y entonces qué pasa con Hernán Medford, cuya selección acumuló una seguidilla histórica de diez partidos sin ganar y despierta numerosas críticas por el fútbol que practica? El problema es que no existe en la Fedefútbol una comisión de notables conocedores del balompié con criterio para responder. No se trata de quitar y poner técnicos porque sí, al calor del momento, sino de contar con elementos fríos, racionales y científicos que justifiquen una decisión determinada.
Está muy bien que en un país futbolístico, tan proclive a cortar procesos sin meditar, se esté cambiando de mentalidad, pero esto no debe llevarse al extremo opuesto, y que la permanencia de un seleccionador se haga ajena a la reflexión, cuando los resultados y el desempeño siembran dudas y hacen tan necesaria una evaluación profunda de sus causas, incluida la propuesta de soluciones.