¿Qué marca el éxito de la CCSS?
| Sábado 15 diciembre, 2012
En 2006, teníamos un total de 199.384 pacientes haciendo fila, pero a marzo de 2011, la Contraloría General de la República reportaba la existencia de 411 mil personas
¿Qué marca el éxito de la CCSS?
He visto con sorpresa como algunos medios de difusión y otros defensores del actual gobierno celebran la noticia de que la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) alcanzó números negros en materia financiera. Y aunque, ciertamente es importante garantizar la sostenibilidad financiera de la institución, el pasar de números rojos a negros, no garantiza que las finanzas son saludables ni que se estén logrando los propósitos de la CCSS.
Cuando vemos que, con bombos y platillos, anuncian —como un logro— el equilibrio presupuestario en una institución que debe garantizar servicios de calidad bajo los principios de universalidad, equidad y solidaridad, pero que enfrenta serios déficits de gestión, observamos el escenario más deprimente: el éxito se mide en términos contables y no de personas atendidas o vidas salvadas. Nos enfrentamos a la manipulación mediática por parte de las autoridades de la CCSS y del Gobierno.
Maquillar es la estrategia para ocultar la realidad. ¿Se puede hablar de éxito, cuando se logra recortar el presupuesto para dar signos de salud financiera, pero no se corrigen problemas recurrentes y estructurales a nivel administrativo y médico, los cuales repercuten en las posibilidades de acceso oportuno y de calidad para los asegurados?
Hoy tenemos 633.290 asegurados en listas de espera, los cuales se encuentran en situación de vulnerabilidad, porque está en juego su salud o su vida. ¿Cómo vamos a creer que la CCSS ya salió de su crisis? ¿Podemos celebrar el “éxito” de la labor de su presidenta ejecutiva? ¿Vamos a dejar de exigir cuentas?
La enfermedad se convirtió en un negocio. Las cifras son alarmantes y no surgieron de la noche a la mañana, pero sí se agravaron durante las administraciones Arias Sánchez y Chinchilla Miranda. Basta echar una mirada hacia atrás, para darse cuenta que, desde 2003, ya la Defensoría de los Habitantes advertía el problema, y al día de hoy, las listas solo crecen.
En 2006, teníamos un total de 199.384 pacientes haciendo fila, pero a marzo de 2011, la Contraloría General de la República reportaba la existencia de 411 mil personas. Estas variaciones son sorprendentes, desoladoras e intolerables. Por un lado, se habla de un mal registro de pacientes en espera y, por otro, hablamos de personas sufriendo incertidumbre, dolor, enfermedad. Mientras tanto, el Gobierno y la CCSS celebran salud financiera.
La dinámica política que ha amarrado de manos a la CCSS para debilitarla generó frutos. Es comprobable. Incrementar el monstruo burocrático y recortar los gastos de los hospitales no impactó positivamente su gestión administrativa o médica; por el contrario, ha repercutido en la expulsión de los pacientes hacia lo privado (sector que ha crecido en un 272,1% desde 1991).
Todos sabemos que cuando un familiar enfrenta un problema de salud, estamos dispuestos a pagar para tratar de aliviar o curar la enfermedad, pero ¿qué hace quien no tiene recursos, quien no tiene acceso al crédito, quien no tiene qué vender? ¿Qué hace quien no puede costear la medicina privada? ¿Espera que se deteriore su vida o, incluso, le llegue la muerte?
Queremos una CCSS que ponga a las personas en el centro de su gestión y que deje de actuar en función de los amiguismos o de los intereses económicos de algunos sectores.
Gustavo Arias Navarro
gusta.729@gmail.com