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Protestas inundan Francia

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 13 octubre, 2010




Protestas inundan Francia

Las protesta contra el retraso de la edad mínima de jubilación en Francia ganó adeptos en la sexta jornada de huelga general convocada por los sindicatos que, envalentonados con ese éxito, amenazaron con radicalizar el movimiento en forma de paros indefinidos si el Gobierno francés no rectifica.
Se tomen los datos de los sindicatos o los del Gobierno, la jornada convocó a más manifestantes que la del pasado día 23, cuando el Ejecutivo detectó un descenso de la protesta que le sirvió para proclamar que los franceses habían comprendido su reforma.
El movimiento de protesta recibió el refuerzo de centenares de miles de estudiantes, convocados por las organizaciones de alumnos para respaldar al movimiento sindical, punto éste que intentaba evitar el Elíseo.
En las casi 250 manifestaciones convocadas ayer, los sindicatos aseguraron haber reunido a 3,5 millones de manifestantes, un 20% más que el pasado día 23.
Por su parte el Gobierno contabilizó 1,23 millones, dato también superior al de hace veinte días, cuando cifró la protesta ligeramente por debajo del millón de personas.
En ambos casos, la jornada de ayer mostró que el movimiento no languidece, como afirmaba el Gobierno, convencido de que el avance parlamentario de la reforma, cuyos puntos más controvertidos ya ha aprobado el Senado, agotaría a los opositores.
Es más, la movilización amenaza con crecer y hacerse más radical e incisiva, en forma de huelgas indefinidas, para intentar emular el éxito de 1995, cuando el Ejecutivo dirigido entonces por Alain Juppé tuvo que dar marcha atrás en su proyecto de reforma de las pensiones ante la presión de los trabajadores.
Los primeros en subirse al tren de la radicalización fueron los empleados de la empresa pública de ferrocarriles y los de los transportes públicos de París, mayoritariamente favorables a prolongar el paro en los próximos días.
Los comités celebrados ayer, la mitad del total, acordaron todos proseguir con el paro, mientras que el resto se reunirán hoy a primera hora para votar su decisión.
La empresa aseguró que se prolongarán los servicios mínimos impuestos ayer, lo que supone volver a anular en torno a la mitad de los trenes.
En las refinerías de petróleo, donde el paro fue muy secundado, también hay llamamientos a la huelga indefinida, lo que puede provocar, a largo plazo, una penuria en el abastecimiento de combustible.
Los líderes sindicales se reunirán hoy para concretar el seguimiento de las protestas, encuentro que puede acabar con su unidad porque mientras unos apuestan por esas huelgas indefinidas, otros prefieren seguir sólo con las manifestaciones.
De momento, los sindicatos ya pueden presumir de haber atraído a su causa a los jóvenes, que mayoritariamente nutrieron las manifestaciones de ayer y que se mostraron particularmente estruendosos.
A ellos adjudicaron numerosos medios el éxito de la jornada, mientras el Gobierno insistió en que es “irresponsable” apelar al absentismo escolar a menores de 15 años.
Su concurso fue determinante en 2006 para que el Gobierno del entonces primer ministro, Dominique de Villepin, se viera obligado a retirar un contrato precario para jóvenes.
Ahora el Ejecutivo no da muestras de flaqueza y, pese al crecimiento de la protesta, el primer ministro, François Fillon, reiteró su “determinación” a retrasar la edad mínima de jubilación de 60 a 62 años, y de 65 a 67 la edad para cobrar el total de la pensión.
Ante los diputados, el jefe del Gobierno afirmó que no darán un paso atrás porque su reforma es “razonable y justa”, porque “conlleva avances sociales” y porque “es indispensable para financiar” el sistema de pensiones.
“En democracia, la voz de quienes se manifiestan, de quienes hacen huelga, debe respetarse. Pero la voz del Parlamento, que representa al pueblo francés, también”, afirmó Fillon.
Más allá de su firmeza, el primer ministro sabe que el avance de las manifestaciones contra el proyecto estrella del mandato del presidente francés, Nicolas Sarkozy, puede acelerar la crisis de Gobierno que se espera para las próximas semanas.


París






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