OEA suspende a Honduras por golpe de Estado
| Lunes 06 julio, 2009
Organismo da su respuesta más enérgica en favor de la democracia en 20 años
OEA suspende a Honduras por golpe de Estado
• Presidente Roberto Micheletti propuso diálogo de buena fe a países que integran Sistema Interamericano
Washington
EFE
La Organización de Estados Americanos (OEA), acusada a menudo de carecer de peso político real, ha dado su respuesta más enérgica en defensa de la democracia en el continente americano en 20 años con la suspensión de Honduras de su seno por el reciente golpe de Estado.
La suspensión de Honduras por no haber cumplido con el plazo de 72 horas dado al nuevo Gobierno de Roberto Micheletti para restaurar la democracia, el estado de derecho y restituir al depuesto presidente, Manuel Zelaya, tras el golpe de Estado del pasado domingo, es la primera que se produce en el seno de la OEA desde que se firmó la Carta Democrática Interamericana el 11 de septiembre de 2001 en Lima.
La reacción de Micheletti no se hizo esperar y propuso un “diálogo de buena fe” con las naciones que integran el organismo americano para resolver la grave crisis política que vive el país a causa del derrocamiento de Manuel Zelaya.
El diálogo propuesto implica a representantes de “los poderes del Estado de Honduras y una delegación de representantes de Estados miembros de la OEA junto con funcionarios de menor rango de la Secretaría General” de ese organismo, según una carta difundida en por el nuevo Gobierno hondureño en una rueda de prensa.
En su historia la OEA sólo había realizado la suspensión de uno de sus miembros, cuando en 1962 expulsó a Cuba del Sistema Interamericano por sus vínculos con el bloque chino-soviético.
Con esta suspensión, la OEA se ha colocado en el primer plano de la actualidad internacional como organismo que trata de prevalecer la democracia en el continente americano.
Mientras, Honduras ya no podrá ejercer su derecho de participación en las sesiones de la Asamblea General, de la Reunión de Consulta, de los Consejos de la Organización y de las Conferencias Especializadas, así como de las comisiones, grupos de trabajo y demás organismos hermanos de la OEA.
Eso implica, en la práctica, más allá del aislamiento político y diplomático, la pérdida para Honduras de las ayudas económicas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y su exclusión de la Junta Interamericana de Defensa (JID), aunque tendrá que seguir cumpliendo sus obligaciones como miembro de la OEA, especialmente en materia de derechos humanos.
La resolución aprobada a última hora del sábado alienta a los Estados miembros y a las organizaciones internacionales a que revisen sus relaciones con Honduras, lo que podría implicar sanciones de diferentes niveles y formas, económicas, políticas y diplomáticas.
Con todo, la OEA ha dado su respuesta más enérgica desde 1991, pero el paso que ha dado limita por otro lado claramente su margen de maniobra para poder seguir influyendo en el desarrollo de los acontecimientos de Honduras, cuyo Gobierno actual además no quiere relacionarse con este organismo.
La respuesta del máximo organismo regional es la más dura y contundente que ha tomado desde el golpe de Estado que se produjo en 1991 en Haití, cuando el general Raoul Cedras derrocó a Jean Bertrand Aristide a los siete meses de presidir el país más pobre de América, según las fuentes consultadas.
La suspensión a Honduras y el ultimátum dado anteriormente al gobierno de facto son un reflejo de una nueva realidad de la OEA, que, a pesar de las múltiples críticas en su contra, sale con energía y decisión de la sombra y se hace valer en la arena internacional.
OEA suspende a Honduras por golpe de Estado
• Presidente Roberto Micheletti propuso diálogo de buena fe a países que integran Sistema Interamericano
Washington
EFE
La Organización de Estados Americanos (OEA), acusada a menudo de carecer de peso político real, ha dado su respuesta más enérgica en defensa de la democracia en el continente americano en 20 años con la suspensión de Honduras de su seno por el reciente golpe de Estado.
La suspensión de Honduras por no haber cumplido con el plazo de 72 horas dado al nuevo Gobierno de Roberto Micheletti para restaurar la democracia, el estado de derecho y restituir al depuesto presidente, Manuel Zelaya, tras el golpe de Estado del pasado domingo, es la primera que se produce en el seno de la OEA desde que se firmó la Carta Democrática Interamericana el 11 de septiembre de 2001 en Lima.
La reacción de Micheletti no se hizo esperar y propuso un “diálogo de buena fe” con las naciones que integran el organismo americano para resolver la grave crisis política que vive el país a causa del derrocamiento de Manuel Zelaya.
El diálogo propuesto implica a representantes de “los poderes del Estado de Honduras y una delegación de representantes de Estados miembros de la OEA junto con funcionarios de menor rango de la Secretaría General” de ese organismo, según una carta difundida en por el nuevo Gobierno hondureño en una rueda de prensa.
En su historia la OEA sólo había realizado la suspensión de uno de sus miembros, cuando en 1962 expulsó a Cuba del Sistema Interamericano por sus vínculos con el bloque chino-soviético.
Con esta suspensión, la OEA se ha colocado en el primer plano de la actualidad internacional como organismo que trata de prevalecer la democracia en el continente americano.
Mientras, Honduras ya no podrá ejercer su derecho de participación en las sesiones de la Asamblea General, de la Reunión de Consulta, de los Consejos de la Organización y de las Conferencias Especializadas, así como de las comisiones, grupos de trabajo y demás organismos hermanos de la OEA.
Eso implica, en la práctica, más allá del aislamiento político y diplomático, la pérdida para Honduras de las ayudas económicas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y su exclusión de la Junta Interamericana de Defensa (JID), aunque tendrá que seguir cumpliendo sus obligaciones como miembro de la OEA, especialmente en materia de derechos humanos.
La resolución aprobada a última hora del sábado alienta a los Estados miembros y a las organizaciones internacionales a que revisen sus relaciones con Honduras, lo que podría implicar sanciones de diferentes niveles y formas, económicas, políticas y diplomáticas.
Con todo, la OEA ha dado su respuesta más enérgica desde 1991, pero el paso que ha dado limita por otro lado claramente su margen de maniobra para poder seguir influyendo en el desarrollo de los acontecimientos de Honduras, cuyo Gobierno actual además no quiere relacionarse con este organismo.
La respuesta del máximo organismo regional es la más dura y contundente que ha tomado desde el golpe de Estado que se produjo en 1991 en Haití, cuando el general Raoul Cedras derrocó a Jean Bertrand Aristide a los siete meses de presidir el país más pobre de América, según las fuentes consultadas.
La suspensión a Honduras y el ultimátum dado anteriormente al gobierno de facto son un reflejo de una nueva realidad de la OEA, que, a pesar de las múltiples críticas en su contra, sale con energía y decisión de la sombra y se hace valer en la arena internacional.