Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Jueves 13 agosto, 2015
Fue una renuncia emocional.
Paulo César Wanchope se rompió mentalmente, curiosamente una de sus mayores fortalezas y perdió la cabeza.
La bronca en Panamá fue circunstancial, se dio e igual pudo no darse; las llamas brotaron en cuestión de segundos y el incendio posterior empujó a la renuncia.
Pero Chope no se fue por el intercambio de golpes y patadas ni por las réplicas a su indebido comportamiento. Chope se fue porque no soportó la presión.
La mitad del país futbolero nunca le perdonó la “traición” a Jorge Luis Pinto, aunque haya sido desmentida por el propio entrenador. La prensa deportiva seria y analítica del país no apoyó su escogencia como técnico de la Tricolor y las fatídicas, anónimas y vulgares redes sociales lo aniquilaron por la cosecha de malos resultados.
Lamentablemente, el color de su piel incita a los estúpidos que colman las gradas al insulto bajo que por más fortaleza mental que se cargue, pesan, duelen y molestan. No fue en Panamá la primera vez que Paulo César se da de puños con algún energúmeno; en otras ocasiones lo ha hecho porque le gritan negro, como si ser blanco fuese un privilegio. En Málaga se presentó hecho similar.
Como director técnico de la Selección Nacional, Paulo César Wanchope no tuvo un minuto de paz; su trabajo diario fue sinónimo de crítica y tormenta y para su desgracia, el entorno se le contaminó con la detención de Eduardo Li y se embarrialó más la cancha con la lucha artera, intestinal y de bajo fondo que libran los candidatos a suceder al “Chino” en la presidencia de la “Casa de los Sustos” que de nuevo volvió a soltar sus demonios y fantasmas a la opinión pública.
Wanchope renuncia en medio de una cacería de votos de sus patronos, donde la ética de los que ofrecen y negocian sonroja. Hace pocos días escribimos una Nota en que advertimos del abismo que espera al fútbol costarricense, descabezado por la partida de Pinto y el arresto de Li.
Bien lo señala la prensa deportiva internacional; de Brasil 14 no queda nada y fuimos nosotros los ticos, quienes despedazamos la hazaña. El entorno del fútbol nacional está sucio; navegan en la turbulencia de sus mares personas indeseables a las que se les ha dado poder para negociar porquerías. Tanta cochinada tuvo que afectar emocionalmente a un tipo decente, responsable, ético y honesto como Paulo César Wanchope y en Panamá simplemente saltó la consecuencia.
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