Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 08 diciembre, 2008
Le salió barato a la Liga.
El juego estuvo para recibir mínimo cuatro goles en contra, a pesar de que Marcelo Herrera planificó un ordenado planteamiento defensivo.
Lo que sucedió es que San Carlos repitió esa dosis de buen fútbol colectivo a la que nos tiene tan bien acostumbrados en sus últimos partidos y que nos muestra a uno de los pocos conjuntos del fútbol nacional que suma hombres cuando ataca, lo que rompe la retaguardia mejor parada.
Porque… Popeye construyó un dique.
Pero… Juan Carlos Arguedas tenía las herramientas para abrir los boquetes.
Sills, González, Montero, Castro, Rodríguez, Oviedo y Víquez, para frenar a Clark, Peña, Portuguez, Céspedes, Sánchez, Woodly, Arroyo. Digamos que siete contra siete, lo que sucede es que cuando a base de velocidad, asociaciones, toque y talento, los toros rompen el primer boquete (Ariel, Oviedo, Víquez), el asunto en el área de candela rojinegra se pone cuatro ante siete y ahí se friega la cosa.
Si repasamos dos de las acciones más discutidas del partido, que perfectamente se pudieron señalar como “penales” a favor del anfitrión, cuando botan primero a Clark y después a Berny Solórzano, que entran como tromba en el área manuda con posesión de pelota y ventaja, vemos que a pesar de que los sancarleños caen, el balón queda en poder de compañeros que acompañan la acción, lo que prueba que no fueron incursiones aisladas.
Es muy difícil parar a un equipo que cuando ataca lo hace con muchos hombres; la Liga tuvo la virtud de evitar que su portero Patrick Pemberton no fuera exigido, pero se evidenció que los locales subían con escaleras firmes y altas a los muros de contención. Eran instantes para que el bloque se agrietara, lo que sucedió poco antes de que se completara la primera media hora de acción.
De nuevo funcionó el binomio Sánchez-Clark, letal en las últimas fechas; al rato Johnny Woodly botó el segundo en jugada similar al del 1-0 y poco después a pura sangre Giancarlo González cortó un ingreso solitario de Monguío quien iba directo a la cocina de Patrick. A menos de un minuto del segundo tiempo, San Carlos se pone arriba 2-0.
Ahí, todos rememoramos el juego de ida entre toros y brujos que terminó con ese marcador, resultado que después en casa, Brujas no pudo revertir.
Alajuelense estaba contra las cuerdas, pero es equipo grande al fin; su uniforme pesa y por eso quizá el arbitro central no se animó a sancionar ese par de faltas que si se dan en área donde atacan Saprissa o la Liga sí se pitan. Un 3-0 a favor de los toros liquida la serie.
En todo caso, la retaguardia manuda soportó los embates, el equipo no renunció al ataque, Argenis y Herrera le dieron mordiente a la ofensiva visitante y además, llegó esa joya de gol de Ariel Rodríguez, obra de arte que abrió las compuertas de la fe y la esperanza para que en el Morera Soto, las cosas se den distintas.
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