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EDITORIAL


No olvidar el canje humanitario

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 18 enero, 2008


Editorial


Pocos días han transcurrido desde que el mundo fue feliz testigo del primer avance en solucionar la tragedia de los secuestrados en Colombia.

Las Fuerzas Armas Revolucionarias de Colombia liberaron el 10 de enero a la candidata a la vicepresidencia Clara Rojas, secuestrada en febrero de 2002, y a la ex parlamentaria Consuelo González de Perdomo, cautiva desde setiembre de 2001, como un gesto de desagravio a Hugo Chávez, presidente de Venezuela, luego de la cancelación de su mediación en busca de un canje humanitario por parte del Gobierno colombiano.

El regocijo y las esperanzas de las familias que todavía sufren el cautiverio de un ser querido han pasado ya a segundo plano, para dar cabida a una amarga disputa verbal entre Alvaro Uribe, presidente de Colombia, y su colega venezolano Hugo Chávez.

Los dimes y diretes salen con rapidez de Caracas y Bogotá; Uribe pidió al mandatario venezolano cesar sus agresiones e injerencia y este a su vez acusó al colombiano de estar “obsesionado con la guerra”.

Chávez “no desaprovecha oportunidad para maltratar a Colombia y a su Gobierno” y “confunde la cooperación con la injerencia” en asuntos internos del país, señala la nota leída por el canciller colombiano, Fernando Araújo.

El mandatario venezolano acusó en Managua a su colega colombiano, de ser un instrumento de Estados Unidos que amenaza la paz y la integración de Latinoamérica.

Y conforme el intercambio entre los gobiernos de Venezuela y Colombia se enardece, la razón misma de todos los esfuerzos por parte de ambos ejecutivos parece quedar relegada al olvido, los secuestrados desplazados de nuevo al segundo plano.

La desesperación de las familias y la miseria de aquellos que han padecido años en un infierno ambientado en la selva colombiana, echados a un lado en medio de la amargura de las recriminaciones mutuas.

“Libertad para todos ya”, gritaban al mundo las camisetas que vistieron ambas rehenes liberadas, en sus respectivos regresos a Colombia. Esa debe ser la meta de la comunidad internacional.







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