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Viernes, 19 de abril de 2024



EDITORIAL


No denigremos a Costa Rica

Ciertos costarricenses creen que valen algo en la vida por haber aprendido algunas malas artes, porque “juegan de vivos” o califican como pillos

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 29 agosto, 2009


Editorial


Si no hubiera trascendido la denuncia, por una ley para condonar deudas a pequeños agricultores, y en la cual se beneficiarían otras personas infiltradas en la lista de favorecidos, dicha iniciativa hoy podría estar aprobada. La publicación de este periódico hizo dar marcha atrás a los diputados, quienes ya la habían aprobado en primer debate. Aunque esto no ha querido ser reconocido así por algunos medios de comunicación, faltando a la ética profesional, esta es la realidad. Esperamos que se le explique al país quién y dónde se confeccionó la lista de beneficiarios y cómo fue que los diputados aprobaron el proyecto en primer debate sin haberse fijado en su validez. Aparentemente empresarios y políticos se habrían “colado” en el listado de favorecidos a los que se les iban a perdonar grandes préstamos. Luego de que el jueves este medio diera a conocer en exclusiva que entre las más de 7 mil personas que iban a ser beneficiadas supuestamente existían desde empresarios hoteleros hasta políticos y ex presidentes de entidades bancarias desaparecidas, los legisladores prefirieron dar marcha atrás a este plan. Produce decepción comprobar que la corrupción es práctica habitual en el país y que el mal ejemplo lo dan, en muchos casos, quienes están para velar por lo contrario. Así no puede avanzar una nación. Se ha producido una confusión tan grande que permite a ciertos costarricenses creer que valen algo en la vida por haber aprendido algunas malas artes. Porque “juegan de vivos” o califican como pillos. La confusión es tal que se olvidaron de que existen las personas exitosas y felices que se mueven en el marco de la decencia, la honorabilidad y el respeto a lo ajeno, que triunfan en la vida por su inteligencia, su talento y su trabajo. Necesitamos educación. Pero no debemos aspirar solo a la cantidad sino también a la calidad. Si nuestra educación se ha deteriorado tanto que forma gente cuya aspiración es desempeñarse bien en la práctica de la pillería, eso quiere decir que estamos muy mal. Un país así no va a ninguna parte por muy felices que se sientan sus confundidos habitantes. Afortunadamente la mayor parte de los costarricenses siguen siendo personas honestas, talentosas y trabajadoras. Pero se debe hacer un esfuerzo adicional: rescatar de la vida miserable a los que solo aspiran a ejercer de “vivillos”.







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