Mujeres en el Gobierno
| Sábado 15 febrero, 2014
Aún no hay completa equidad en la participación de las mujeres en cargos de Gobierno, y el tema no se resuelve solo aprobando legislación, sino, principalmente, cambiando la cultura al interior de los partidos políticos
Mujeres en el Gobierno
Los procesos electorales en Costa Rica han evolucionado desde que se inició su historia, allá por 1882, no cabe duda.
Pero en materia de equidad de sexos, entre otras cosas, falta mucho camino por andar aunque nos sentimos muy orgullosos de lo logrado.
Al inicio solo podían votar los hombres libres mayores de 21 años, que supieran leer y escribir y contaran con ciertas cantidades de dinero, para decirlo en forma breve.
Los esclavos y las mujeres (entre muchos otros), no tenían derecho a participar en la escogencia del Gobierno.
Con el paso de muchos años, en los cuales las mujeres lucharon duramente por obtener los mismos derechos que los hombres, ellas pudieron ir también a las urnas a elegir presidente, a partir de 1949.
Hoy vemos esto como normal pero si escudriñamos un poco en lo que ocurre veremos que aún no hay completa equidad y el tema no se resuelve tampoco solo aprobando legislación al respecto, sino, principalmente, cambiando la cultura al interior de los partidos políticos.
Es ahí —lo hemos dicho otras veces— donde se forman los futuros presidentes, diputados, ministros… Y depende de estas agrupaciones políticas el que las mujeres tengan oportunidad, al igual que los hombres, de participar, formarse y luego ser colocadas en los primeros lugares para diputados en cada provincia, en ministerios y juntas directivas.
Pero no solo es importante, para hombres y mujeres, la oportunidad de ocupar cargos de gobierno, sino el hecho de que puedan formarse, para luego hacerlo, en un clima limpio, transparente, de estudio de los problemas nacionales, con vocación de servicio, de interés por el bien común, libre de caudillismos inconvenientes y de otras características peligrosas para la buena salud de la democracia.
Actualmente, la evolución de la conciencia ciudadana en temas de políticas, exige que los partidos retomen el carácter antes mencionado en forma permanente.
Lo cual significa abandonar el gastado vicio de entrenar maquinarias electorales para llegar al poder mediante el engaño (sabiendo que las promesas no se cumplirán y que otras cosas se mencionan de forma gris, de modo que luego pueden ser cambiadas).
Las mujeres tienen un importante papel que jugar en ese sentido. Lejos de acoplarse a prácticas inconvenientes al interior de sus partidos, están llamadas a marcar diferencia, tener opinión propia y contribuir con su presencia a que los partidos sean verdaderos centros de estudio y franca discusión, donde los principios y la actitud honesta sea lo que marque la ruta.