Mis noventa y tres
Rogelio Ramos Valverde Rogemar77@yahoo.com.ar | Martes 27 octubre, 2020
A la memoria de mi esposa
María de los Ángeles Martínez Barrientos
La alborada es sedicente; trae consigo más del nombre y la data. Encomiasta por la vida, en fin, tan dilatada. Es presencia de memoria (memorias rotas en la ubicación de lugares y del tiempo), aún así, renuevo un año más de existencia.
¿Acaso esas memorias no corren y parpadean, alojo de invocaciones inversas; y los años dejan su sabor con vislumbres olvidados, y otros de recordación asombrosa?
Vamos al detalle.
Mi tío Fernando Valverde Chaves, lector infatigable (como el abuelo Vicente) traía a la casa folletos, libros de múltiples motivos o trascendencias. Yo era un simple escolar de diez u once años, Escuela Juan Rafael Mora, y revisaba los títulos de aquellos. Alguno me llamó la atención; el noventa y tres… y a leer me puse. Todavía recuerdo algunos hechos del libro.
Luego ya mayor me di a la tarea de estudiarlo. La Revolución Francesa en su momento crucial. La insurrección en La Vendée, al oeste de Francia. El último de los libros de Víctor Hugo, entre la ficción y la realidad de una cuádruple obra, aspiración del autor que se resumió en solo ese libro.
Sellado con el triunfo revolucionario, Francia emergió con nuevos bríos; el concurso popular hizo posible la derrota de los enemigos y el mayor logro, pienso, surgió como emblema del triunfo de las fuerzas revolucionarias. Ese nuevo y fecundo sentimiento les permitió liderar por más de cien años, el eje de la política de Occidente.
Bien. Noventa y tres años, mi vida, revisten en larguísimo paseo por muchos valles, cielos, mares, lunas y soles; y algo más también. Trazas de un irrealismo compitiendo con el maquinismo, herencia de la Segunda Guerra Mundial; revisión del comportamiento humano en la realidad y la ficción.
Actos réprobos en el telar de la existencia y también salpicando el bien social. Ese paso del vivir contempla la variedad de momentos y de cambios. Tenemos libertad de actuar en tanto se respete a los derechos de los otros seres humanos y los principios legales que nos ha tocado vivir.
El proceso social es el motivador de esos cambios, y también involucran el lenguaje. Todo eso se reproduce en la Historia. Es la historia creativa, no la historia insumisa, no la historia congelada. Y la nuestra, pequeña, asume trazas relativas al acontecer de nuestra sociedad, y a la vez parte de nuestra Cultura Occidental con nuestros propios principios y deducciones.
Dijo Andrée Malrux: “La creación es una herencia y no la destrucción del pasado”. Y ese pasado nos pertenece en lo personal y como sociedad. En esta ocasión el país, Costa Rica, pasa por una Pandemia, y un descalabro en su estabilidad, con afrentas conducidas por el disloque de la relación humana. Juego peligroso dada la agresividad de las partes en sus propuestas.
En oportunidades los progresos son detenidos y abjurados pero el ensamble del futuro, siempre neblinoso, permite la reconciliación y más progreso llenando de grano y fortuna nuestro hórreo bajo el límpido azul de su cielo, con sus mares abrazando la riqueza de su suelo, con su veranos e inviernos, con sus soles del amanecer generoso y con los atardeceres de belleza indisputable.
¡No se hizo Costa Rica en un instante!
Pienso en ese futuro casi inmediato luego de la pandemia. Ciencia y mito cada uno con la profundidad de meditación apropiada para el conversatorio. Diálogo dentro del calor de la vida, pero con la mente fría; voces resonarán para tratar el desconocer algunos de los derechos sociales; empero el flujo mayoritario de los costarricenses evitará tal desajuste.
Confinado por la pandemia, hago mis cosas con bastante aplicación. Paseo actual: de recordación de dónde venimos y lo que aspiramos ser. Privilegio del destino arbolado en la amplitud de mi familia, la de la entraña misma, y luego la de mi esposa e hijos, viviendo ellos esa misma entraña circular.
¿Acaso no son los noventa y tres años motivo suficiente para celebrarlos?
Espacios abiertos con dolor y alegrías por los familiares. Y con los míos, hijos, hijas, nietos, nietas y bisnietas pasando la congoja de no tener la relación personal, y hoy mismo, desde este confinamiento, mi saludo para todos…
Rogelio Ramos Valverde
Escritor
Rogemar77@yahoo.com.ar
En San José, 27 de octubre de 2020.