La UCR debería ser un equipo fácil de financiar
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 08 junio, 2020
Estamos notificados que el equipo La U Universitarios que acaba de descender a la segunda división, no tenía absolutamente nada que ver en lo administrativo y en lo futbolístico con la Universidad de Costa Rica.
Entre la campaña anterior, cuando Minor Díaz salvó a la UCR del descenso y esta nueva temporada, algo se terminó de romper en el camino y quedó claro que estos universitarios descendidos, no tenían ningún vínculo con la prestigiosa casa de estudios.
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En todo caso, no es la primera vez que la UCR o como se llame ahora desciende y este es el punto que como egresado, duele.
No ha habido forma, a pesar de diferentes intentos, de que los miles y miles de egresados de la UCR y los miles y miles de estudiantes activos, se hayan podido organizar y unir para convertirse en socios del equipo y convertir al representativo de la Universidad de Costa Rica en una potencia futbolística, como si sucede por ejemplo en Chile y en México, varias de cuyas universidades tienen fuertes representaciones en las ligas mayores de futbol.
Son muchas las causas y las razones, pero en lo personal, considero que pesa mucho en esta desatención al futbol competitivo y de alto rendimiento de la UCR, las personalidades de los rectores, en su mayoría, ajenos al deporte.
Ingresé como alumno a la U en 1960, con Carlos Monge como rector. Lo sustituyó Eugenio Rodríguez y luego en su orden: Claudio Gutiérrez, Fernando Durán, Luis Garita, Gabriel Macaya, Yamileth González y Henning Jensen. Uno de ellos resultó nefasto para el desarrollo del deporte universitario, cuando a mediados de los 70 eliminó las becas deportivas y de este selecto grupo de académicos, el único que sintió verdadera pasión por el deporte, porque fue un gran atleta, fue el recordado Luis Garita, portero del Saint Francis en la época de Eduardo Sancho, Cholo Ruiz, Errol Daniels y otros.
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Si existe un equipo en la primera división fácil de financiar, es la UCR, pero en tantos años, con diferentes directivas y administraciones, no se pudo amarrar esa colaboración para que los estudiantes matriculados en sus diferentes sedes y sus miles de egresados, que por centenas son distinguidos profesionales, aportaran una cuota mínima para hacer del representativo de la UCR, una potencia del fútbol costarricense, orgullo de la multitudinaria pero fantasma familia celeste.
¿Marcará este descenso la desaparición del equipo de la Academia?
gpandolfo@larepublica.net
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