¡Los numeritos hablan!
| Jueves 11 febrero, 2010
¡Los numeritos hablan!
¿Es usted un buen miembro de su equipo? ¿Hace una labor ejemplar como líder del mismo? ¿Goza de una excelente calidad de relación familiar? Si respondió positivamente, pregúntese: ¿Cómo lo sabe? ¿Cuándo fue la última vez que, en verdad, midió o constató la validez de sus respuestas?
Lo normal es que hagamos suposiciones para responder este tipo de preguntas, las cuales podrían estar más guiadas por el deseo de considerar ciertas nuestras valoraciones que por la evidencia real. Incluso, es factible que evitemos medir detalladamente esas presunciones ante el riesgo de decepcionarnos al conocer los datos. Por supuesto, la intuición juega un papel significativo al creer que, hacemos bien nuestro trabajo, pero si agregamos la medición de la satisfacción de los demás por nuestro servicio, estaremos actuando sobre bases mucho más sólidas.
Las empresas modernas están intensificando la cultura de medición, el uso de indicadores de gestión y la rendición de cuentas en forma cuantitativa, en aspectos que antes se consideraban cualitativos. Las suposiciones se hacen a un lado frente al ejército de los números. Como indica el Dr. Pedro Mendoza: “Todo lo que se hace se puede medir, solo si se mide se puede controlar, solo si se controla se puede dirigir y solo si se dirige se puede mejorar”.
La excesiva dependencia de las suposiciones conduce a negar realidades, y a justificar decisiones erróneas. En cambio, la pasión por la medición reduce el conformismo, eleva la apertura a los retos verificables y nos hace reconocer que siempre podemos dar más.
Así, antes de suponer el nivel de la calidad de su labor en su equipo, haga una prueba: solicítele a sus colaboradores, jefes y compañeros que califiquen numérica y minuciosamente el grado de satisfacción que tienen con sus actitudes y conductas visibles. ¡Cuidado se lleva una sorpresa!
Miguel Ruiz afirma que “tendemos a hacer suposiciones sobre todo. El problema es que, al hacerlo, creemos que lo que suponemos es cierto…Este es el motivo por el cual siempre que hacemos suposiciones, nos buscamos problemas.” Las decepciones y amarguras surgen cuando esas suposiciones caen ante el peso de los hechos. Los excesos de confianza en nuestras capacidades o la baja autoestima por creernos menos hábiles de lo que en verdad somos, nacen de las suposiciones. Ellas constituyen una fuente de muchos conflictos innecesarios y relaciones complicadas.
German Retana
german.retana@incae.edu
¿Es usted un buen miembro de su equipo? ¿Hace una labor ejemplar como líder del mismo? ¿Goza de una excelente calidad de relación familiar? Si respondió positivamente, pregúntese: ¿Cómo lo sabe? ¿Cuándo fue la última vez que, en verdad, midió o constató la validez de sus respuestas?
Lo normal es que hagamos suposiciones para responder este tipo de preguntas, las cuales podrían estar más guiadas por el deseo de considerar ciertas nuestras valoraciones que por la evidencia real. Incluso, es factible que evitemos medir detalladamente esas presunciones ante el riesgo de decepcionarnos al conocer los datos. Por supuesto, la intuición juega un papel significativo al creer que, hacemos bien nuestro trabajo, pero si agregamos la medición de la satisfacción de los demás por nuestro servicio, estaremos actuando sobre bases mucho más sólidas.
Las empresas modernas están intensificando la cultura de medición, el uso de indicadores de gestión y la rendición de cuentas en forma cuantitativa, en aspectos que antes se consideraban cualitativos. Las suposiciones se hacen a un lado frente al ejército de los números. Como indica el Dr. Pedro Mendoza: “Todo lo que se hace se puede medir, solo si se mide se puede controlar, solo si se controla se puede dirigir y solo si se dirige se puede mejorar”.
La excesiva dependencia de las suposiciones conduce a negar realidades, y a justificar decisiones erróneas. En cambio, la pasión por la medición reduce el conformismo, eleva la apertura a los retos verificables y nos hace reconocer que siempre podemos dar más.
Así, antes de suponer el nivel de la calidad de su labor en su equipo, haga una prueba: solicítele a sus colaboradores, jefes y compañeros que califiquen numérica y minuciosamente el grado de satisfacción que tienen con sus actitudes y conductas visibles. ¡Cuidado se lleva una sorpresa!
Miguel Ruiz afirma que “tendemos a hacer suposiciones sobre todo. El problema es que, al hacerlo, creemos que lo que suponemos es cierto…Este es el motivo por el cual siempre que hacemos suposiciones, nos buscamos problemas.” Las decepciones y amarguras surgen cuando esas suposiciones caen ante el peso de los hechos. Los excesos de confianza en nuestras capacidades o la baja autoestima por creernos menos hábiles de lo que en verdad somos, nacen de las suposiciones. Ellas constituyen una fuente de muchos conflictos innecesarios y relaciones complicadas.
German Retana
german.retana@incae.edu