Las elecciones estadounidenses
| Sábado 22 septiembre, 2012
Las elecciones estadounidenses
Acercándose las elecciones en Estados Unidos, surgen interpretaciones al gusto del comentarista. ¿Hay una gran interrogante? ¿Ha cambiado el candidato Obama que movió esperanzas en todo el mundo, hoy en su papel de presidente? ¿O guarda todavía municiones del arsenal que le permitía empujar duro contra un presidente como Bush, plagado de errores mayúsculos, con una crisis que se convirtió en mundial a partir de 2008?
El cúmulo de desaciertos de la administración Bush tenía mucho que ver con su visión apocalíptica del mundo y de las obligaciones impuestas a Estados Unidos como gendarme del orbe.
Políticas desacertadas a lo internacional y lo doméstico, con un descomunal déficit presupuestario. El expresidente Clinton machacó en la Convención Demócrata sobre ese tema en forma contundente: del superávit de su administración al déficit que dejó Bush, era muy difícil en cuatro años cuadrar los números.
La decisión de rebajar impuestos o cargas fiscales a los más adinerados en la pirámide social —supuestamente para lograr más empleos— y la falta de control sobre las entidades financieras, fue la bomba de tiempo que explotó con la burbuja inmobiliaria; devino un colapso en Estados Unidos y en la Eurozona, que nos rozó y sigue sobre nuestra nación como espada de Damocles.
Obama da comienzo a su gobierno —si bien con mayoría en las Cámaras— sujeto a una estructura económica de corte neoliberal, donde ha tenido que navegar con errático rumbo.
Muchas de sus ofertas han quedado incumplidas, tratando de romper esa roca que aprisiona en toda sociedad donde los más poderosos gozan de un gran respaldo incluso de sectores de clase media y medios de comunicación que responden a intereses de los grandes capitales.
Claro que Obama no ha podido cumplir con todas sus ofertas. Es comprensible aunque no defendible, esa incuria por resolver el problema de Guantánamo. Pero también es indiscutible que las tesis políticas afectas al partido Republicano de Estados Unidos de ganar las elecciones en noviembre la dupla Rommey/Ryan, reclutado este último del Tea Party, volverían a consolidar un grupo minoritario, repartiéndose la mejor tajada de la tarta, frente a una cada vez mayor parte de la sociedad, ahora con millones de desempleados.
Esos desempleados tienen su origen en el gobierno Bush con la desatención de los problemas sociales, y encarando un continuismo guerrerista que se engullía miles de millones de dólares en acciones bélicas.
¿Cuánta es la deuda total de Estados Unidos? Alcanza altitudes increíbles. Es uno de los grandes problemas que afloran en el ejercicio del gobierno y que también hace diferencias entre demócratas y republicanos.
Ahora, esa mayoría republicana en la Cámara de Representantes ha sido obstruccionista con singular eficacia, y de manera latente, deja un mensaje contra el sistema creado durante el gobierno Obama en materia de seguridad social, para solo citar un caso.
Sistema muy erosionado si se compara con otros como el de Costa Rica, para cumplir con un ritual del pensamiento estadounidense de olvidar las obligaciones colectivas y poniendo de por medio un individualismo radical.
Esa es la disyuntiva en el juego de la política de Estados Unidos: volver a un pasado socialmente ruinoso, o darle oportunidad a un gobierno con más alientos de progreso social, con muchos y grandes titubeos.
Rogelio Ramos Valverde
Acercándose las elecciones en Estados Unidos, surgen interpretaciones al gusto del comentarista. ¿Hay una gran interrogante? ¿Ha cambiado el candidato Obama que movió esperanzas en todo el mundo, hoy en su papel de presidente? ¿O guarda todavía municiones del arsenal que le permitía empujar duro contra un presidente como Bush, plagado de errores mayúsculos, con una crisis que se convirtió en mundial a partir de 2008?
El cúmulo de desaciertos de la administración Bush tenía mucho que ver con su visión apocalíptica del mundo y de las obligaciones impuestas a Estados Unidos como gendarme del orbe.
Políticas desacertadas a lo internacional y lo doméstico, con un descomunal déficit presupuestario. El expresidente Clinton machacó en la Convención Demócrata sobre ese tema en forma contundente: del superávit de su administración al déficit que dejó Bush, era muy difícil en cuatro años cuadrar los números.
La decisión de rebajar impuestos o cargas fiscales a los más adinerados en la pirámide social —supuestamente para lograr más empleos— y la falta de control sobre las entidades financieras, fue la bomba de tiempo que explotó con la burbuja inmobiliaria; devino un colapso en Estados Unidos y en la Eurozona, que nos rozó y sigue sobre nuestra nación como espada de Damocles.
Obama da comienzo a su gobierno —si bien con mayoría en las Cámaras— sujeto a una estructura económica de corte neoliberal, donde ha tenido que navegar con errático rumbo.
Muchas de sus ofertas han quedado incumplidas, tratando de romper esa roca que aprisiona en toda sociedad donde los más poderosos gozan de un gran respaldo incluso de sectores de clase media y medios de comunicación que responden a intereses de los grandes capitales.
Claro que Obama no ha podido cumplir con todas sus ofertas. Es comprensible aunque no defendible, esa incuria por resolver el problema de Guantánamo. Pero también es indiscutible que las tesis políticas afectas al partido Republicano de Estados Unidos de ganar las elecciones en noviembre la dupla Rommey/Ryan, reclutado este último del Tea Party, volverían a consolidar un grupo minoritario, repartiéndose la mejor tajada de la tarta, frente a una cada vez mayor parte de la sociedad, ahora con millones de desempleados.
Esos desempleados tienen su origen en el gobierno Bush con la desatención de los problemas sociales, y encarando un continuismo guerrerista que se engullía miles de millones de dólares en acciones bélicas.
¿Cuánta es la deuda total de Estados Unidos? Alcanza altitudes increíbles. Es uno de los grandes problemas que afloran en el ejercicio del gobierno y que también hace diferencias entre demócratas y republicanos.
Ahora, esa mayoría republicana en la Cámara de Representantes ha sido obstruccionista con singular eficacia, y de manera latente, deja un mensaje contra el sistema creado durante el gobierno Obama en materia de seguridad social, para solo citar un caso.
Sistema muy erosionado si se compara con otros como el de Costa Rica, para cumplir con un ritual del pensamiento estadounidense de olvidar las obligaciones colectivas y poniendo de por medio un individualismo radical.
Esa es la disyuntiva en el juego de la política de Estados Unidos: volver a un pasado socialmente ruinoso, o darle oportunidad a un gobierno con más alientos de progreso social, con muchos y grandes titubeos.
Rogelio Ramos Valverde