La muerte acecha en las carreteras
| Sábado 17 diciembre, 2011
La muerte acecha en las carreteras
Ya son varios los amigos y familiares que han muerto en las carreteras, producto de accidentes.
A los amigos de mi generación se los está llevando la muerte (quizás a los suyos también). Me estoy quedando sin amigos y compañeros de estudio porque esa enemiga implacable los ha ido asesinando en accidentes de tránsito, aquí y allá, por todo el territorio nacional. Y lo que es peor es que muchos murieron producto de la imprudencia del conductor, que iba borracho.
La muerte conmueve, afecta a familias enteras y transforma sentimientos. Todos la esperamos, sabemos que nos llegará tarde o temprano. Pero qué impactante cuando llega en forma trágica, violenta e inesperada. Hoy vivimos pendientes de que cuando se da la noticia de un accidente, no sea algún familiar, amigo o hijo. A mí se me encoje el corazón y me entra una incertidumbre cuando voy por la pista a Cartago y miro que hay un accidente. Solo pido a Dios no encontrarme con que sea un hijo mío, un familiar cercano o un amigo. Cuando los miro y ya veo que no es el carro de mi hijo ni de ningún amigo, siento un alivio en el corazón. Supongo que a ustedes también les pasa.
Pareciera que los accidentes mortales se están volviendo cosa común en nuestro país. No hay día que no se den noticias de accidentes trágicos, donde son varios los muertos. A veces núcleos familiares. El papá, la mamá, y hasta hijos. Qué terrible, qué doloroso.
¡Por Dios, qué está pasando en nuestra carreteras! Las estamos tiñendo de sangre. Las hemos convertido en trampas mortales.
Cada muerte de un amigo, de un familiar, de un costarricense en las carreteras, es como si se cortara un árbol frondoso y lleno de vida, que nos ayudaba a purificar el aire, nos daba sombra y agua. Los vehículos, los irresponsables y el licor están talando lo mejor del país. El bosque de mi generación, y de muchas otras, ha sido cortado impunemente; en las carreteras se está llevando a cabo una guerra que aniquila lo más valioso de nuestra sociedad. Esta guerra la estamos perdiendo.
Hagamos algo por frenar esta masacre vial. No puede ser que en un país pequeño como el nuestro se estén danto índices tan altos de muertes y mutilados por accidentes.
Tengan cuidado. Manejen con cuidado. No manejen con licor, no abusen de la velocidad. En la casa lo esperan. No se convierta en una estadística de las muertes en las carreteras.
Alexander Bonilla Durán
Ya son varios los amigos y familiares que han muerto en las carreteras, producto de accidentes.
A los amigos de mi generación se los está llevando la muerte (quizás a los suyos también). Me estoy quedando sin amigos y compañeros de estudio porque esa enemiga implacable los ha ido asesinando en accidentes de tránsito, aquí y allá, por todo el territorio nacional. Y lo que es peor es que muchos murieron producto de la imprudencia del conductor, que iba borracho.
La muerte conmueve, afecta a familias enteras y transforma sentimientos. Todos la esperamos, sabemos que nos llegará tarde o temprano. Pero qué impactante cuando llega en forma trágica, violenta e inesperada. Hoy vivimos pendientes de que cuando se da la noticia de un accidente, no sea algún familiar, amigo o hijo. A mí se me encoje el corazón y me entra una incertidumbre cuando voy por la pista a Cartago y miro que hay un accidente. Solo pido a Dios no encontrarme con que sea un hijo mío, un familiar cercano o un amigo. Cuando los miro y ya veo que no es el carro de mi hijo ni de ningún amigo, siento un alivio en el corazón. Supongo que a ustedes también les pasa.
Pareciera que los accidentes mortales se están volviendo cosa común en nuestro país. No hay día que no se den noticias de accidentes trágicos, donde son varios los muertos. A veces núcleos familiares. El papá, la mamá, y hasta hijos. Qué terrible, qué doloroso.
¡Por Dios, qué está pasando en nuestra carreteras! Las estamos tiñendo de sangre. Las hemos convertido en trampas mortales.
Cada muerte de un amigo, de un familiar, de un costarricense en las carreteras, es como si se cortara un árbol frondoso y lleno de vida, que nos ayudaba a purificar el aire, nos daba sombra y agua. Los vehículos, los irresponsables y el licor están talando lo mejor del país. El bosque de mi generación, y de muchas otras, ha sido cortado impunemente; en las carreteras se está llevando a cabo una guerra que aniquila lo más valioso de nuestra sociedad. Esta guerra la estamos perdiendo.
Hagamos algo por frenar esta masacre vial. No puede ser que en un país pequeño como el nuestro se estén danto índices tan altos de muertes y mutilados por accidentes.
Tengan cuidado. Manejen con cuidado. No manejen con licor, no abusen de la velocidad. En la casa lo esperan. No se convierta en una estadística de las muertes en las carreteras.
Alexander Bonilla Durán