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La puerta giratoria y el crimen

Arturo Jofré arturojofre@gmail.com | Viernes 07 noviembre, 2008


La puerta giratoria y el crimen

Arturo Jofré

La semana pasada estuve en Argentina y el tema central era la inseguridad. Estoy en Chile y aquí me encuentro con algo paradójico que deseo compartir con usted. Hay una peste en varios países que no nos quiere abandonar: la fragilidad de nuestras instituciones ante la arremetida del hampa. El tema son las instituciones débiles, no el hampa. Las instituciones que no funcionan bien generan más delincuencia.
En Chile los carabineros son altamente capacitados, con un buen número de personal, históricamente con bajísimos niveles de corrupción y con equipo moderno para la protección ciudadana. Ahora se busca integrar en un solo cuerpo a la policía civil y uniformada para coordinar mejor las acciones contra el hampa. Carabineros aparece en las mediciones públicas como la institución a la que más confianza le tiene la población. Sin embargo, a pesar de su excelente labor, el hampa sigue actuando con tal fuerza. ¿Qué ocurre?
El verdadero problema es lo que en el Cono Sur denominan “la puerta giratoria”, es decir, la policía ingresa a los delincuentes por la puerta y el sistema la hace girar hasta que el delincuente sale como si nada. En esencia el problema no es policial, sino que la situación se está focalizando en los jueces y la forma en que están aplicando la legislación. Los países sobrepasados por el hampa muestran características comunes: legislación débil; o jueces permisivos; o fuerza policial mal equipada o mal formada o insuficiente. Con uno de estos factores que falle, el sistema completo se cae.
Lo de la puerta giratoria nos grafica una realidad que también vivimos en Costa Rica. En efecto, no es que sean muchos los delincuentes, lo que ocurre es que unos pocos que reinciden generan un volumen enorme de criminalidad. Estos reincidentes demuestran además que sirven de ejemplo para que otros sigan sus pasos.
El profesor de la Universidad de Chicago, Steven Levitt, estudió el caso de la ya conocida baja de la criminalidad en Nueva York en años pasados y concluyó que, si bien el incremento de policías ayudaba en el proceso, lo que tuvo más peso fue el tiempo que los delincuentes pasaron en prisión.
Angel Capenti reunió a más de 20 mil personas en Buenos Aires para protestar por la oleada de crímenes, similar a lo hecho por Blumberg en el pasado, a quien le secuestraron y asesinaron a su hijo.
Es la impotencia de un pueblo ante autoridades que no reaccionan. Cuando se le pregunta a Capenti si es partidario de aplicar “la mano dura”, él con inteligencia responde: “Soy partidario de la mano justa. Si hay delincuencia, tiene que haber represión policial, un juicio justo y una condena que se cumpla”.
Como el lector lo ha podido apreciar, el tema se ha abordado desde una perspectiva represiva, simplemente porque no se hizo la tarea preventiva para atenuar esta ola. La prevención y la represión no se oponen, se ayudan mutuamente, sería imprudente el esperar que opere la prevención para actuar con lo correctivo.

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