Juegos y valores
Nuria Marín nmarin@alvarezymarin.com | Lunes 05 mayo, 2008
Creciendo junt@s
Nuria Marín
Para Andrea Schauer, presidenta de la juguetera Playmobil, el sueño de muchas madres alemanas era tener un hijo ingeniero. Ello explica el histórico liderazgo alemán en esa área nutrido por cuartos infantiles en los que predominaban los productos Lego. En tanto, los franceses, más inclinados por lo creativo y lo imaginario, optan por juguetes de su representada.
Un artículo de The Economist (2-2-08) nos señala cómo la escogencia de juguetes tiene una relación de causa y efecto en los valores de sus usuarios y la comunidad resaltando diferencias entre las sociedades europeas y estadounidense a partir de la escogencia de sus actividades lúdicas.
Menciona la predilección de los estadounidenses por los juguetes y héroes de guerra y la reticencia de los europeos por su empleo. Esto, según el artículo, no significa que los europeos se opongan al uso de armas, como lo demuestran los populares juegos de policías, piratas o historias medievales, sino que denota diferencias de filosofía (y aprendizaje de la historia) lo que ha incidido en la inclinación de los europeos por soluciones más civilistas (exceptúa a los ingleses).
Los juegos y juguetes son instrumentos educativos, que pueden convertirse en factores positivos o negativos de socialización, determinantes en los valores socioculturales. Ante esta realidad, es válido preguntarnos, ¿con qué juegan nuestros niños y niñas? La respuesta es preocupante.
Las películas y los videojuegos recurren al creciente uso de la violencia en todas sus formas y expresiones. A través de estos se aprenden la violencia brutal y el quebrantamiento de la ley como conductas válidas. Las recientes muertes en nuestro país son preocupantes señales de alerta.
Un subproducto de esta preferencia (películas-videojuegos) y la falta de sitios seguros para practicar deportes están provocando además una nueva generación de menores sedentarios lo cual tendrá un efecto negativo en su calidad de vida futura.
Por otra parte, los juguetes contienen un sesgo en favor de la etnia “blanca” que en algunos lugares de Europa puede llegar al 90%. En un mundo abundante en conflictos por razones étnicas deberíamos promover el respeto a la diversidad.
En términos de género la oferta es deprimente. Con poquísimas excepciones, los juguetes para niñas perpetúan la diferenciación de roles y en pleno siglo XXI prosiguen con un marcado énfasis a la maternidad, las tareas domésticas y la belleza física.
Para madres y padres, la solución no es sencilla pues luchamos contra campañas multimillonarias. Sin embargo, en un mundo capitalista nuestra arma más poderosa es la decisión de compra. Así la próxima vez que compre un juguete, ¡piense en lo que hace!
nmarin@alvarezymarin.com
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