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Insípida fantasía juvenil

| Jueves 06 noviembre, 2008




Insípida fantasía juvenil

• Los estudios Disney continúan explotando una fórmula tan trillada como rentable

High School Musical 3 – La graduación
(High School Musical 3: Senior Year)
Dirección: Kenny Ortega. Reparto: Zac Efron, Vanessa Hudgens, Ashley Tisdale, Lucas Grabeel. Duración: 1:52. Origen: EE.UU. 2008. Calificación: 4

Hace dos años, los estudios Disney encontraron una mina de oro. Sucedió casi por casualidad, cuando una modesta producción televisiva titulada “High School Musical” debutó en la programación de Disney Channel, rompiendo récords de audiencia. Como lo dice el título, es una comedia musical ambientada en las aulas de un colegio. Su público meta lo integran niños y preadolescentes, invitados a fantasear sobre sus futuras experiencias como estudiantes.
El colegio East High de Albuquerque es representado como un exclusivo centro de diversión, lugar ideal para cantar, bailar, hacer amigos y buscar pareja: todo, menos estudiar. Aquí, las vivencias y los romances de un grupo de chicos y chicas, se desarrollan al compás de canciones sencillas, con estribillos fáciles de recordar y ritmos que oscilan entre pop bailable, rock melódico y hip-hop.
Confeccionada con astucia y habilidad, esta insípida fantasía juvenil dio en el blanco. La banda sonora original se convirtió en el disco más vendido de 2006 e impulsó aún más un fenómeno que contagió a espectadores de todo el mundo.
Además de las inevitables secuelas, el telefilme generó un sinnúmero de iniciativas colaterales: una versión teatral, un espectáculo sobre hielo, una gira de conciertos, una teleserie al estilo del “reality show”, novelas, videojuegos y toda clase de artículos de mercadeo. Es un negocio redondo. Lógicamente, sus artífices continúan explotando una fórmula tan trillada como rentable.
“High School Musical 3: La graduación” es la primera entrega en llegar a las pantallas de cine. Contó con un alto presupuesto y es bastante más elaborada que las anteriores. Lo que sigue igual, es la preocupante superficialidad de un argumento que repite los más deteriorados estereotipos acerca de la juventud. Pregona antivalores, enfocándose en las cosas materiales y sugiriendo que lo único que cuenta en la vida es la belleza, el dinero y la popularidad, ostentar ropa de marca y tener más que el prójimo.
La pobreza del contenido se suma al bajo nivel de los temas musicales, los cuales en su mayoría suenan como clones de hitos radiofónicos de temporada. Ni hablar de los intérpretes: todos, indistintamente, parecen criaturas artificiales, androides plásticos, perfectos por fuera y vacíos por dentro.
Solo vale la pena señalar la calidad de las variopintas coreografías, ejecutadas bajo la supervisión del director Kenny Ortega. Este le inyecta energía visual a los movimientos de danza, haciendo que varios números musicales luzcan más imaginativos de lo que realmente son.






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