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Gobernanza

Eleonora Badilla ebadilla@castrocarazo.ac.cr | Lunes 04 octubre, 2021


La gobernanza se refiere a econtrar un equilibrio en las interacciones entre las estructuras, procesos y tradiciones en el ejercicio del poder con las responsabilidades, la toma de decisiones y la intervención de las personas que depositaron el poder en quienes gobiernan.

Es un proceso complejo y el equilibrio en las interacciones es frágil. Debe ser cuidado con esmero, de manera que se procure el bien común.

Tal como ha alertado el 8vo Informe del Estado de la Educación recientemente publicado, nuestro sistema educativo ha sufrido un apagón sin precedentes, lo que significa que hay un gran desequilibrio en las interacciones del mismo; es decir, se ha perdido la gobernanza.

Si bien es cierto, nuestra educación presenta varias áreas en las que se requiere una mejora urgente (pedagógicas, didácticas, curriculares, de infraestructura, y muchas otras), todos los esfuerzos que se hagan en ese sentido se varán diluidos en el corto plazo, si no se recupera la gobernanza. Pero ¡cuidado! cambios superficiales y cosméticos en la gobernanza generan una ilusión de recuperación. Pero si no hay una intervención honda, el espejismo se irá desdibujando muy pronto, tal como ha sucedido en las últimas décadas. Los esfuerzos han sido prácticamente inútiles.

Con pausa pero con prisa, urge un análisis serio y muy profundo del sistema y su gobernanza. El Informe mencionado, ha dado cuenta que el diseño del siglo 19, que fue orgullo del país hasta bien avanzado el siglo 20, ya no alcanza para lograr las aspiraciones de un pueblo educado en el siglo 21.

Pero como si los gritos de alerta que ya varios de los Informes del Estado de la Educación no son suficiente prueba de que los cambios deben ser incisivos, vemos cómo al filo de un cambio de gobierno se está corriendo para hacer otra sesión de maquillaje a algunas de las estructuras fundamentales de la gobernanza. Son variantes cosméticas pues se dejan intactas la conformación y las interacciones y las responsabilidades se diluyen. Me aterra pensar que despediciaremos, otra vez, la oportunidad de dar un golpe de timón en beneficio de las nuevas generaciones y el futuro de Costa Rica.

Uno de los cambos superfluos es el proyecto de Ley 21 422 para reformar la Ley 1362 (y sus reformas) que el 8 de octubre de 1952 creó el Consejo Superior de Educación, CSU. Este Consejo es una de las instancias que podría y debería brillar en la gobernanza del sistema educativo del país, ofreciendo luz larga y prospectiva a la formación de quienes habitamos aquí. Lastimosamente, al remitirnos a los hechos, hace mucho tiempo más bien es parte sistémica del apagón educativo. Las reformas a los artículos de la Ley que propone el proyecto 21 422 tal vez sean necesarias, pero ni urgentes, ni profundas. Aparte de dar un asiento en el Consejo a las universidades privadas del país, deja la conformación interna sin modificaciones de fondo, las interrelaciones entre sus partes intactas y las responsabilidades sin variaciones. Y sobre todo, nada de rendición de cuentas. Ya el Acuerdo Nacional por el Bicentenario, que firmaron en 2017 todos los partidos políticos con representación en la Asamblea Legislativa, abogaba por una reconfiguración total del CSE.

Es necesario incluir áreas tan vitales para la educación, (más allá de la pedagogía y la didáctica), como la salud, la nutrición, la geopolítica, la sostenibilidad, la cultura, la ciencia y la tecnología para mencional algunas, que están ausentes.

En esa misma situación se encuentra el proyecto 21 578 Reforma a la Ley del Consejo Nacional de Enseñanza Superior Universitaria Privada, Conesup. De nuevo, el Acuerdo Nacional por el Bicentenario, que firmaron en 2017 todos los partidos políticos con representación en la Asamblea Legislativa indicaba la necesidad de una reconfiguración total del CONESUP, de manera que se garantizara la calidad del aprendizaje en la educación superior privada. Sin embargo, este otro proyecto de Ley, no estaría avanzando más allá de las buenas intenciones, que seguramente le han impulsado. Por el contrario, algunas de las propuestas tendrían un efecto boomerang que a fin de cuentas perjudicaría a la población estudiantil y, lamentablemente a las que se encuentran en las zonas más alejadas y vulnerables. No se prevén los fondos necesarios ni la organización requerida para que el CONESUP pueda ejercer una adecuada supervisión de la educación superior privada, y se pasarían algunas de sus responsabilidades a instancias que no son estrictamente estatales. Y, sobre todo, nada de rendición de cuentas.

Estos dos ejemplos, ilustran cómo los esfuerzos por recuperar la gobernanza del sistema no provienen de un replanteamiento profundo acorde con las necesidades de educación de generaciones que tendrán que formarse y desempeñarse en un mundo cada vez más complejo.

Si las reformas van a seguir siendo superficiales, viviremos muchos años más en la oscuridad educativa.

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