Gaza: el compromiso ético de la opinión
| Jueves 28 agosto, 2014
Enfrascarse en una lucha ideológica compromete la objetividad de cualquier análisis serio y obnubila la conciencia crítica
Gaza: el compromiso ético de la opinión
Un frenesí de viejos resentimientos y xenofobia disfrazada ha hecho aparición en diferentes medios de prensa y redes sociales alrededor del mundo.
Hay quienes señalan que la situación en Gaza adquirió la dimensión de un genocidio. Otros incluso han alzado su voz, afirmando que el conflicto armado reunió las variables de un nuevo holocausto, como el perpetrado contra los judíos de Europa en tiempos del Nacional Socialismo.
Para los partidarios de estos argumentos, se trata de una especie de olvido de los sufrimientos pasados, o una venganza israelí replegada en el presente, cuya finalidad es hacerse con el control hegemónico de la zona y el dominio sobre los recursos: lo definen como capitalismo sionista.
Ahora bien, aunque las matanzas infligidas contra el pueblo de Gaza resultan reprobables desde todo punto de vista, y cualquier argumento en su favor es insostenible en sí mismo; es importante tomar en cuenta algunas consideraciones de cara a la expresión de opiniones o la toma de posición al respecto.
Si hay algo que distingue el holocausto de cualquier otro hecho de violencia estructural y sistemática es su especificidad. La Shoah, término empleado por el pueblo judío para referirse al holocausto, se trata de un evento único en los anales de la historia. Su carácter metódico, gestionado por el aparato burocrático del Estado y la razón instrumental organizada en torno a la industria de muerte, no tiene parangón con ningún otro hecho de violencia registrado en la historia: Auschwitz y las cámaras de gas, desde esta perspectiva, son eventos singulares.
Referirse a la situación en Gaza como a un nuevo holocausto es no solo una inconsistencia histórica, también es un hecho cruel e inhumano en contra de las víctimas, al punto de banalizar su dolor y vaciarlo de significado.
Tal y como señala Sean Field, experiencias límite como un genocidio no son universales, y requieren ser entendidas en términos psicológicos e históricos dinámicos.
Ante esta situación, cabe formularse la cuestión acerca de los parámetros éticos a partir de los cuales formarse una opinión del conflicto árabe-israelí. Desde luego, la política del panfleto no resulta una opción viable.
Enfrascarse en una lucha ideológica compromete la objetividad de cualquier análisis serio y obnubila la conciencia crítica.
Está claro que la catástrofe humanitaria desencadenada en Gaza debe ser el interés primario de los negociadores de paz y la opinión pública internacional. Al apropiarse los discursos beligerantes, que suelen estar acompañados de intolerancia y ligereza de criterio, se corre el riesgo de obviar el sentido moral del sufrimiento humano, impidiendo la justa retribución de la justicia a las víctimas auténticas.
Utilizar el holocausto, o mejor dicho su falso recuerdo, como argumento para sustentar la opinión individual de los observadores externos, no contribuye con la verdad de las víctimas y los testigos reales. Al contrario, favorece su silencio. Y con este, un olvido de su memoria más rápido y seguro.
Luis Barboza Arias
Sociólogo