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El nuevo rumbo

| Jueves 29 mayo, 2008


El nuevo rumbo

Max Sáurez Ulloa
Profesor, Escuela de Relaciones Internacionales, Universidad Nacional

El establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China (RPCH) abre un nuevo e interesante episodio en las relaciones internacionales costarricenses.
El rompimiento con la República de China (Taiwán) después de una larga historia de fructíferas relaciones políticas, culturales y económicas aún resuena en círculos diplomáticos y académicos de Costa Rica y Centroamérica. Según el presidente Arias el motivo de este cambio no fueron razones ideológicas o de geoestrategia sino “un acto de realismo elemental y un despertar a un contexto global”.
El viraje ha brindado importantes resultados en este primer aniversario: donación del estadio nacional de fútbol, varios cientos de millones de dólares para compra de bonos de la deuda externa, financiamiento de proyectos universitarios, intercambio comercial en 2007 en un 61% superior al de 2006, lo que convierte a ese país en nuestro segundo socio comercial y fuerte candidato para establecer un TLC, leve incremento de la inversión china directa, intercambios de negocios, misiones científicas, entre otros.
Estratégicamente para el Gobierno y el país la decisión fue buena, sobre todo al convertirnos en el primer Estado de la región en cambiar de bando. El Gobierno comunista de la RPCH le apuesta a un efecto dominó centroamericano para desplazar a Taiwán y lo hace mostrándose generoso con su nuevo aliado en América Latina. Además, sabe, que las relaciones políticas entre naciones de distinto cuño ideológico se sostendrán mientras haya un beneficio para la otra parte, ya que desde un inicio ese fue el leitmotiv costarricense del cambio: la cooperación económica china que mantenga a flote la estabilidad macroeconómica nacional en periodos de crisis, especialmente cuando en el primer semestre de 2007 nadie sabía qué destino correría el TLC con Estados Unidos. Así han sido las cosas, pero ¿qué vendrá?
Para que esta relación bilateral siga siendo estratégica para Costa Rica y no solo un trampolín para los intereses chinos, se requiere incrementar su interdependencia. El TLC es importante suscribirlo ahora para que sea bilateral, más a nuestra medida. Dejar pasar mucho tiempo podría sumar otros socios cuyos intereses habría que tomar en cuenta.
La inversión China aún es reducida y debe incrementarse sustantivamente a partir de la puesta en práctica del TLC con Estados Unidos, para que genere encadenamientos con empresas nacionales que beneficien nuestra microeconomía y vinculen a largo plazo ambas economías.
Se debe dinamizar el sector exportador genuinamente costarricense orientado a China. No solo las transnacionales afincadas aquí deben beneficiarse con este cambio internacional llevado adelante por Costa Rica.
Debemos ser conscientes de que la crisis energética y alimentaria que padece el planeta desestabiliza más a las economías grandes, lo que ofrece oportunidades a nuestro sector agroindustrial que con apoyo de los bancos, puede vincularse agresivamente con la economía emergente del gigante asiático.
En el campo económico nos alegramos porque este primer año de las relaciones chino-costarricenses ha sido venturoso. Dejamos para otra oportunidad el análisis sobre principios tradicionales de nuestra política exterior que han quedado debilitados.


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