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Desayunando en el Villa Alegre

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 22 abril, 2015


¡Ojalá que no quede impune este crimen tan aborrecible!


Desayunando en el Villa Alegre

No hay duda que Barry Lawson preparaba para sus huéspedes el mejor desayuno en Tamarindo. Además del jugo natural y fresco, el café recién chorreado, la fruta fresca y especialmente escogida por su consistencia y dulzura, el pinto, todos los días preparaba un plato especial como pastel de huevo, chile y jamón encebollado o waffle (gofre) con tocineta, fresas y miel de maple.
Un huésped de Barry y su esposa Suzye en el Villa Alegre pudiera estar dos semanas sin que se repitiera el especial; la confitura y la mantequilla ofrecidas con el pan tostado siempre fue hechura de la casa.
A Barry lo mataron unos ladrones en presencia de su esposa (también torturada) en su apartamento en el segundo piso del Villa Alegre. Querían los hampones la combinación de su caja de seguridad; en la misma había guardados fondos recogidos para ayudar a los niños en el centro educativo de Villareal, pueblo aledaño a Tamarindo donde residen muchos de los que laboran en los hoteles, restaurantes y negocios del balneario.
¡Ojalá que no quede impune este crimen tan aborrecible!
Barry operaba su negocio como si fuera 2015 el Costa Rica de antaño. El portón que daba acceso desde la calle estaba abierto 18 horas al día, así como la puerta de entrada a las instalaciones. También el sendero que llegaba desde el hotelito a la playa Langosta se mantenía sin portón u otro impedimento de entrada y salida.
No había guarda, ni perro. Mantenía una refrigeradora llena de refrescos, cervezas y vinos de donde sus huéspedes se podían servir, apuntando en una libreta su consumo. “Estos son huéspedes personales en mi casa de habitación”, decía. ¡Y así los trataba! Lo llamaba él un “sistema de honor.”
Lamentablemente Tamarindo, uno de los centros turísticos más importantes del Pacífico Norte, pertenece al cantón de Santa Cruz. El gobierno cantonal se ha caracterizado en sus mejores momentos como incapaz y en más de un periodo ha sido manejado por cleptómanos.
Aunque Tamarindo ha sido fuente de ingresos para el gobierno cantonal, poco de lo recaudado ha regresado en servicios a esta comunidad. Casi todas las calles están despavimentadas, no obstante el hecho de que los ciudadanos han hecho recolectas de dinero que han sido pasados a los del gobierno municipal para cubrir los costos de los arreglos.
El gobierno nacional no ha dotado al balneario con agentes de seguridad y la poca autoridad que hay es privada y costeada por algunos de los hoteles de Tamarindo.
El Ministerio de Salud, que no ofrece clínica u otro servicio de atención a los habitantes del lugar, sí pudo llegar y cerrar el puesto de la policía que existía.
Barry Lawson construyó su “bed and breakfast” con mucho sacrificio y bastante ilusión; era de los mejores en el país y sus clientes nacionales e internacionales regresaban año tras año. Era extranjero pero quería y servía a Costa Rica. Los habitantes de Tamarindo no lo van a olvidar.

Carlos Denton
cdenton@cidgallup.com

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