Democratización de los gobiernos locales
| Miércoles 29 diciembre, 2010
Democratización de los gobiernos locales
El pasado 5 de diciembre nuestro país, celebró, una vez más, un proceso de elecciones caracterizado por la libertad, la paz, el secreto del sufragio y la participación democrática de las diferentes agrupaciones políticas que nutren el sistema electoral costarricense. No significaba una escogencia cualquiera, constituía el sagrado derecho de todos(as) los ciudadanos(as), de ejercer su función cívica primordial, a efectos de delegar la responsabilidad de regir el destino de la comunidad y participar de un proceso histórico de transformación del régimen municipal, direccionado a fortalecer los intereses de los administrados.
La participación de los y las ciudadanas en las recientes elecciones para elegir las autoridades locales, alcaldes(as), vicealcaldes(sas), síndicos(as) y concejales de distrito, debemos interpretarla como el inicio de un largo camino en el país, que se convierte en el tercer proceso de esta naturaleza (2002-2006-2010). Nos encontramos en un proceso de cambio cultural, donde los y las ciudadanas de este país gozamos del derecho de elegir nuestras autoridades.
Si bien es cierto, el abstencionismo nacional ha marcado el proceso, lo cierto es también que, da mucho más legitimidad elegir 81 alcaldías mediante la participación de 754.863 electores y electoras, aproximadamente, según último corte de Tribunal Supremo Elecciones, denotando que baja cuatro puntos porcentuales el abstencionismo en relación a las elecciones de 2006. Resulta de interés recalcar la forma en que se elegían en el pasado, misma que no marcaba los verdaderos intereses de la mayoría en un país democrático, ni mucho menos el interés público, toda vez que en el pasado dicha elección se regía por la voluntad de un órgano colegiado conformado por cinco regidores en la mayoría de las municipalidades, requiriendo solamente de la voluntad de tres regidores(as) (mayoría) para elegir a la autoridad que representa los intereses de un cantón.
Cabe mencionar, la importancia que reviste la participación de las mujeres para optar directamente a un puesto de elección popular que les permita una mayor injerencia en el proceso de toma de decisiones, abriendo espacios y brechas muy cerradas visualizadas en la historia del régimen municipal. Así, por ejemplo, en 2003 se eligieron siete alcaldesas, en 2006, nueve alcaldesas, y para este periodo 2011-2016, diez alcaldesas. Importante recalcar el crecimiento y el alto porcentaje de vicealcaldesas que a partir de esta elección contarán con funciones y salario en el municipio.
Para concluir, con este cambio cultural se ha dado inicio a un proceso que conlleva al fortalecimiento de los gobiernos locales como a la democracia costarricense. Sin embargo es casi natural, encontrar resistencia a estos cambios, reconociendo que nuestro país es el más centralista de la región, y no dejan de asomar casi de manera inmediata quienes no profesan con el cambio, y creen en un estado centralista “que cada vez luce más atrofiado” y que exige cambios como la descentralización, un tema irreversible.
Siany Villalobos Argüello
Diputada, Fracción PLN
El pasado 5 de diciembre nuestro país, celebró, una vez más, un proceso de elecciones caracterizado por la libertad, la paz, el secreto del sufragio y la participación democrática de las diferentes agrupaciones políticas que nutren el sistema electoral costarricense. No significaba una escogencia cualquiera, constituía el sagrado derecho de todos(as) los ciudadanos(as), de ejercer su función cívica primordial, a efectos de delegar la responsabilidad de regir el destino de la comunidad y participar de un proceso histórico de transformación del régimen municipal, direccionado a fortalecer los intereses de los administrados.
La participación de los y las ciudadanas en las recientes elecciones para elegir las autoridades locales, alcaldes(as), vicealcaldes(sas), síndicos(as) y concejales de distrito, debemos interpretarla como el inicio de un largo camino en el país, que se convierte en el tercer proceso de esta naturaleza (2002-2006-2010). Nos encontramos en un proceso de cambio cultural, donde los y las ciudadanas de este país gozamos del derecho de elegir nuestras autoridades.
Si bien es cierto, el abstencionismo nacional ha marcado el proceso, lo cierto es también que, da mucho más legitimidad elegir 81 alcaldías mediante la participación de 754.863 electores y electoras, aproximadamente, según último corte de Tribunal Supremo Elecciones, denotando que baja cuatro puntos porcentuales el abstencionismo en relación a las elecciones de 2006. Resulta de interés recalcar la forma en que se elegían en el pasado, misma que no marcaba los verdaderos intereses de la mayoría en un país democrático, ni mucho menos el interés público, toda vez que en el pasado dicha elección se regía por la voluntad de un órgano colegiado conformado por cinco regidores en la mayoría de las municipalidades, requiriendo solamente de la voluntad de tres regidores(as) (mayoría) para elegir a la autoridad que representa los intereses de un cantón.
Cabe mencionar, la importancia que reviste la participación de las mujeres para optar directamente a un puesto de elección popular que les permita una mayor injerencia en el proceso de toma de decisiones, abriendo espacios y brechas muy cerradas visualizadas en la historia del régimen municipal. Así, por ejemplo, en 2003 se eligieron siete alcaldesas, en 2006, nueve alcaldesas, y para este periodo 2011-2016, diez alcaldesas. Importante recalcar el crecimiento y el alto porcentaje de vicealcaldesas que a partir de esta elección contarán con funciones y salario en el municipio.
Para concluir, con este cambio cultural se ha dado inicio a un proceso que conlleva al fortalecimiento de los gobiernos locales como a la democracia costarricense. Sin embargo es casi natural, encontrar resistencia a estos cambios, reconociendo que nuestro país es el más centralista de la región, y no dejan de asomar casi de manera inmediata quienes no profesan con el cambio, y creen en un estado centralista “que cada vez luce más atrofiado” y que exige cambios como la descentralización, un tema irreversible.
Siany Villalobos Argüello
Diputada, Fracción PLN