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De cal y de arena

Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 11 octubre, 2007


El contubernio entre el poder político, el poder económico y el poder mediático ha puesto en entredicho la calidad de la democracia costarricense. Ahora —y coyunturalmente— desde el contubernio se aventó el fantasma del miedo sobre miles de ciudadanos a los que se les aterrorizó con la versión de que el repudio al Cafta automáticamente les traería la pérdida de sus empleos. De esta forma el contubernio introdujo un factor deformante de la libre expresión del albedrío del ciudadano, es decir, un vicio en la expresión del consentimiento con todo lo que ello implica. Para este caso, la formación de un triunfo legítimo en cuanto no hubo alteración del voto en las urnas o en el conteo, pero cuestionable por los fundamentos sobre los cuales se construyó. Una diferencia del 3,2% deja campo a dudar sobre lo que habría pasado si al Presidente de la República y a todo su séquito de colaboradores de alto nivel, se les hubiera aplicado la sabia y sana inhibición de involucrarse en el torneo y de disponer de recursos públicos para favorecer una de las tesis, como lo prescribe el Código Electoral; o si a las posiciones en liza se les hubieran puesto ataduras suficientes para no romper (ahora ocurrió violenta y abusivamente), la equidad en el acceso a recursos económicos; o si a la alianza mediática que ha conformado todo un poder político para influir en la toma de decisiones en los centros de poder, se le hubiera aplicado la teoría instituida por la Corte Europea de Derechos Humanos según la cual el Derecho Electoral supone restricciones de índole pública, aplicables incluso a los sujetos de derecho privado en aras del principio de equidad. Pírrico como es este triunfo y teñido por una descomunal campaña publicitaria, por una violación de la tregua y por una intolerable intromisión del gobierno de Estados Unidos en asuntos de la exclusiva decisión de los costarricenses, puede ser resultado de una participación de actores (el SI y el NO) con distintas reglas de juego. Es preciso cuestionar el proceso, no para revertir el resultado final, sino para delatar la existencia de errores, omisiones y debilidades que posibilitan el escamoteo de la libre manifestación de la voluntad del ciudadano. Hay que hacerle ver al Tribunal Supremo de Elecciones que está parado sobre una falla.

Saco estas conclusiones: 1) la campaña del miedo caló fuerte en los cantones donde hay zonas francas y parques industriales (Guarco, Poás, Grecia, Belén) y en aquellos que les sirven de dormitorio (Cartago, Alajuela, Heredia). Pero no en los cantones piñeros. 2) El 40% de los ciudadanos no concurrió a votar. Un 30,5% votó por el SI y un 28,6 votó por el NO. Ergo, poco menos del 70% del padrón no votó por el SI. Si el presidente Arias no sabe leer correctamente este resultado e interpreta que se le extendió luz verde para impulsar –guste o no— los proyectos de ley de implementación, otra vez se habrá equivocado. No me cabe duda, hoy el país se ha complicado más y seguramente se ha tornado más ingobernable. Y –lo peor— una triple alianza socava la democracia.

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