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BLOOMBERG


Crisis crediticia afecta recuperación de Detroit

| Sábado 22 diciembre, 2007




Crisis crediticia afecta recuperación de Detroit


Toronto- El ejercicio en que el sector del automóvil estadounidense tenía que empezar a remontar los “annus horribilis” de 2005 y 2006, los esfuerzos de los fabricantes se vieron frustrados en parte por la crisis crediticia del país.
Entre el 2005 y el 2006, los tres grandes de la industria del automóvil estadounidense (General Motors, Ford y el Grupo Chrysler) perdieron de forma combinada casi $30 mil millones, debido al empuje de los fabricantes asiáticos y la incapacidad de las empresas por ajustarse a los gustos y necesidades del consumidor.
El 2007 tenía que haber sido un año de recuperación para el sector. Los tres fabricantes estadounidenses aplicaron drásticas medidas para recortar sus plantillas y, en paralelo, empezaron a reducir la producción para que esté en niveles más próximos a la demanda, lo que recortará sus costes.
Pero el objetivo se ha revelado más difícil de lo esperado, especialmente tras la implosión del mercado de la vivienda y la crisis crediticia provocada por las llamadas “hipotecas basura” o de “alto riesgo”.
La reducción del dinero disponible para las familias estadounidenses está afectando a las ventas mensuales de los fabricantes, añadiendo nuevos problemas a la recuperación de los 'Tres Grandes'.
En los once primeros meses del año, los tres fabricantes de automóviles estadounidenses siguieron perdiendo cuota de mercado.
A finales de noviembre, General Motors había vendido en el país 3.543.167 vehículos, un 6,3% menos que durante el mismo periodo del 2006.
Las pérdidas de Ford fueron incluso mayores, un 12,1%, tras vender un total de 2.360.505 vehículos.
El Grupo Chrysler perdió un 3% con una demanda de 1.885.227 unidades.
Mientras, el principal rival de los estadounidenses, el fabricante japonés Toyota, mantuvo el tipo y aumentó sus ventas un 3,2% para totalizar 2.396.427 vehículos vendidos.
El aumento nipón, aunque menor al de años anteriores, permitió que Toyota sea ya el segundo mayor fabricante de automóviles en Estados Unidos tras desplazar a Ford.
Pero al menos el 2007 ha servido para empezar a clarificar muchos de los asuntos más graves que el sector arrastraba desde hace años, incluso décadas.
El gigante alemán Daimler se deshizo del tercer fabricante estadounidense, el Grupo Chrysler —formado por las marcas Chrysler, Dodge y Jeep—, tras vender un 79,9% de su accionariado a la firma de inversiones Cerberus.
Cerberus también se hizo con el 51% del brazo financiero de General Motors, GMAC —que proporciona hipotecas inmobiliarias y financiación para la compra de vehículos—, lo que ha convertido al fondo de inversiones en uno de los principales elementos del sector del automóvil.
En la segunda mitad del año, General Motors, Ford y Chrysler consiguieron que el sindicato United Auto Workers (UAW) aprobase contratos colectivos —que regirán las relaciones laborales durante los próximos cuatro años— con medidas y concesiones calificadas como históricas por empresas y trabajadores.
La principal novedad es que los onerosos costes sanitarios que hasta ahora soportaban los fabricantes estadounidenses saldrán de sus cuentas de resultados.
Los tres de Detroit y UAW acordaron que el sindicato gestione un fondo —financiado en gran parte con aportaciones de las empresas— que será el encargado de pagar las prestaciones sanitarias de centenares de miles de trabajadores y pensionistas.
Además, UAW aceptó una sustancial reducción salarial en nuevos contratos. Estas dos medidas permitirán que en los próximos años los fabricantes recorten de forma sustancial sus costes y aumenten su competitividad frente a los fabricantes asiáticos.
Con sus preocupaciones financieras resueltas, o al menos en camino de ser solventadas, las empresas estadounidenses ahora tienen que producir vehículos que interesen a los consumidores, un problema que hasta el presidente del país, George W. Bush, ha reconocido como uno de los defectos de Detroit.
De momento, los Tres Grandes han dado marcha atrás a sus reticencias iniciales a la producción de vehículos híbridos. Y han empezado a producir vehículos más ligeros y compactos, con un menor consumo de gasolina.
Exactamente lo que los consumidores estadounidenses demandan en un momento de elevados precios de la gasolina.






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