Crecer con desarrollo económico y social
Nuestras instituciones deben reestructurarse para ser fuertes y eficientes. El recurso humano debe revalorarse para una producción sostenible y con menor desigualdad
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 31 octubre, 2011
Los países más ricos y desarrollados no logran salir de la crisis económica actual. Sus modelos de crecimiento permitieron que se produjera el descalabro financiero que desembocó en la crisis mundial de hoy, y ahora no logran generar el empleo que vendría a reactivarlo todo.
En Estados Unidos un 49% de la población vive en un hogar en el que alguien recibe por lo menos uno de los múltiples tipos de beneficio gubernamental que existen, según lo afirma la oficina de censo de ese país.
Si miramos hacia Europa, vemos a España, por poner solo un ejemplo, llegando casi a los 5 millones de desempleados.
A pesar de este decrecimiento económico mundial, la economía de América latina y el Caribe creció un 5,9% en 2010 y se espera que alcance el 4,4% este año, de acuerdo con lo que afirma la publicación Perspectivas Económicas de América Latina, presentada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
Sin embargo, esa misma publicación analiza que uno de cada tres latinoamericanos vive debajo de la línea de pobreza y que diez economías de la región continúan estando entre las 15 más desiguales del mundo, por lo que el gran reto es alcanzar una economía más diversificada y productiva que crezca en forma sostenible y encauzada de modo que sea capaz de reducir la desigualdad.
No obstante, esto debe pasar de ser un diagnóstico a ser una realidad en la que se pongan los remedios necesarios a los males que más afectan para alcanzar esos objetivos y esa meta.
De lo ocurrido en las grandes economías tenemos mucho que aprender. Es esencial que se analicen los principales errores políticos cometidos en el pasado reciente para no seguir cayendo en ellos.
Pero debemos mirar hacia adentro y reconocer nuestras principales fallas, como región y como países.
Nuestras instituciones necesitan ser reestructuradas para convertirse en fuertes y muy eficientes. Pero eso no será posible hasta que un gobierno decida llevarlo a cabo y no para deteriorar o disminuir servicios a la población sino para mejorarlos. Porque las fallas, ha quedado demostrado, no están en nuestras instituciones sino en quienes las han administrado.
Por otra parte, la principal riqueza de Costa Rica, su gente y sus recursos naturales, deben ser revalorados. Las empresas ahí tienen un estimulante reto: analizar los principales valores de la idiosincrasia y cultura de nuestra población y aprovecharlos en la construcción de riqueza mediante una producción sostenible que permita avanzar hacia esa menor desigualdad que es necesario alcanzar.