Correa y la nueva Constitución
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 30 septiembre, 2008
La decisión expresada por los ecuatorianos a través del referéndum efectuado el domingo anterior, de adoptar la nueva Constitución Política, representa una oportunidad de oro para que el país pueda enderezar su camino, tras cerca de una década de constante inestabilidad.
Los resultados iniciales dan cuenta de una aplastante victoria del “sí” a la nueva Carta Magna, lo cual es también un importante espaldarazo para el presidente Rafael Correa, en un país en el cual quitar y poner gobernantes se había convertido en una práctica común en los últimos años.
Sin embargo este paso hacia la nueva Ordenanza nacional debe ser muy cuidadoso y bien dado.
Es cierto que ya las mayorías aprobaron la creación de la Asamblea Constituyente y que con el nuevo referéndum prácticamente se avala el texto.
Pero el gobernante ecuatoriano debe tener en cuenta que cerca de una cuarta parte de la población estuvo en contra.
Son fuerzas opositoras que Correa no puede obviar y que —por el contrario— debe tener muy en cuenta a la hora en que entre en vigencia la nueva Constitución.
Para los detractores, la propuesta involucra un documento estatista, centralista y que va a servir para perpetuar a las actuales autoridades en el poder.
Ante esto, los ecuatorianos, así como la misma comunidad internacional, deben estar vigilantes para evitar a toda costa los intentos de cualquier fuerza política de querer perpetuarse en el poder por un tiempo indefinido, o peor aún, no garantizar la pluralidad política y la igualdad de oportunidades, necesarias e irreemplazables en un sistema democrático. La ausencia de alguno de estos ejes implicaría también la inexistencia de la democracia.
En el futuro, el gobierno ecuatoriano debe garantizar el derecho a voz de las fuerzas opositoras. Ganar no implica necesariamente tener la única verdad.
Lejos de obviar esas voces y propiciar un divisionismo se debe trabajar en la unión del país por un fin común, como lo es el del establecimiento de un sistema más estable política, económica y socialmente.