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Compañeros que creen saberlo todo

Melissa González mgonzalezt@larepublica.net | Martes 05 octubre, 2010




Compañeros que creen saberlo todo
Ser tolerante y tener paciencia son las mejores herramientas para lidiar con estas personas

4En un lugar de trabajo se mezclan muchas personalidades que pueden chocar unas con otras, pero por lo general siempre en una conversación o discusión alguien tiene que ceder.
El problema se da cuando existen colaboradores o incluso el jefe que creen que lo saben todo y no aceptan comentarios de los demás.
A nivel psicológico, se estima que estos sujetos tienen una idealización del propio yo, destinada a compensar, disimular o contrarrestar la desconfianza en sí mismos.
“Por su actitud de sabelotodo, las personas a su alrededor terminan apartándolos. Carecen de empatía y creen tener el conocimiento y la autoridad moral para opinar sobre todo, y de todos. En el fondo tienen dificultad para autoafirmarse, baja autoestima y sentimientos de inferioridad, por lo tanto es importante no excluirlos y tratar de ser empáticos con ellos y ponerse en su lugar”, comentó Shirley Garita, psicóloga de Ulacit.
Para tratar con ellos, recomienda tolerancia y paciencia, herramientas que considera más efectivas que la indiferencia.
Otra recomendación es no confrontarlos y brindarles sugerencias que los lleven a actuar de una forma diferente, a criterio de Daira Gómez, directora ejecutiva de Cegesti.
“Plantéeles desafíos, otórgueles tareas que les impliquen investigar y estudiar”, dijo.
Para Pablo Bogantes, gerente general de Toyota Rent a Car, este es un tema común en el ambiente empresarial y cultural.
“Solo basta con sentarse a ver un partido de fútbol con un grupo de familiares o amigos y de repente saldrán varios técnicos, asistentes y hasta goleadores, sin que siquiera se haya puesto un pie en un campo de juego”, afirmó.
A nivel gerencial, recomienda realizar una autoevaluación, abordar las discusiones con una actitud de mente abierta, con empatía y tratar de entender antes de ser entendido, algo que a su criterio se logra a través de una escucha activa e interesada sobre la otra persona y con cuestionamientos inteligentes ante los argumentos expuestos.
“Una vez realizada esta autoevaluación se debe ser proactivo, lo cual significa trabajar en la línea de influencia, no ser crítico; ser parte de la solución, no del problema y no deducir defectos ni debilidades. El segundo paso es la argumentación, tener la habilidad para organizar las ideas de forma coherente y que estas se puedan exponer efectivamente para la discusión”, concluyó.

Melissa González
mgonzalezt@larepublica.net






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