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Alberto Cañas afcanas@intnet.co.cr | Sábado 22 septiembre, 2007


Una de las cosas más extrañas y oscuras que están ocurriendo en Costa Rica con el idioma castellano, es la manera que han adoptado ciertos comercios de quitarse previamente el tiro cuando hacen una oferta (o promoción como suelen decir ahora) de esas que marean a la gente sencilla y atrapan incautos: “aplican restricciones”. No se dice cuáles son las restricciones, ni quién las va a aplicar. Simplemente avisan que la ventaja, el regalo, el premio, lo que sea, a lo mejor usted no se lo gana porque su caso o su persona (nadie sabe nada) figuran entre las misteriosas restricciones.

“Aplican restricciones”. Ni siquiera dicen quién las aplica. Tal vez si dijeran “aplicaremos restricciones”, aunque no dijeran cuáles, sabría uno a qué atenerse. Pero el verbo va mondo y lirondo en tercera persona de plural, y sin sujeto. Como quien dice, en el aire.

El colmo fue el jueves pasado, cuando un organismo público, ese que llaman Sugeval, encontró una nueva manera impersonal, o sea sin sujeto, de aplicar el verbo aplicar a la pura bulla de los cocos. 

En ciertas disposiciones que han tomado, y a las que recientemente se refirió Rodrigo Alberto Carazo como violatorias de la privacidad de las cuentas personales, y que yo mismo en algún caso me negué a cumplir por esa razón, piden, entre los requisitos para determinadas operaciones, que los clientes de las instituciones financieras deben llenar el siguiente: “dirección electrónica (si aplica), número de teléfono y de fax (si aplica). ¿Si aplica quién? ¿Y en qué consiste que aplique? Sería muy conveniente que Sugeval compre un diccionario.

Estoy seguro de que la Academia Costarricense de la Lengua, pues pertenezco a ella, asesorará con el mayor gusto y responderá las consultas que se le hagan sobre la mejor manera de expresarse en castellano, que al fin y al cabo sigue siendo el idioma oficial del país. Lo que pasa es que, por lo que vemos, está tomando el camino del colón, que era la moneda oficial del país y no sabemos si todavía lo es, pues ya hay organismos gubernamentales que cobran algunas cosas en dólares, aunque uno pueda pagarles en colones al cambio del día.

En fin, es conmovedor contemplar lo aplicados que estamos. En la escuela de mi tiempo, sin embargo, nos habrían puesto una mala nota en aplicación.

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