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Viernes, 13 de diciembre de 2024



EDITORIAL


¡Basta al desperdicio!

| Martes 17 junio, 2014




Es nuestra tarea como ciudadanos, ahora, seguir muy de cerca la forma en que se administrará a Costa Rica. Un país verdaderamente cansado de ineficacia


¡Basta al desperdicio!

Algunas instituciones públicas del país pasaron a ser ignoradas hasta que, poco a poco, se vieron envueltas no solo en ese ninguneo, sino en una espesa maraña que las convirtió en ineficientes o que así se creyera.
Por ejemplo, una entidad como el Lanamme, de la UCR, que desde 2007 es la número uno en carreteras en Latinoamérica, fue ignorada por los últimos gobiernos, quienes a la hora de las decisiones no tomaban en cuenta, en general, sus estudios y recomendaciones.
Ahora, según dicen, la situación ha cambiado porque el Gobierno actual sí la tomará en cuenta.
Querremos ver los resultados, sin duda.
Ojalá se saque el mayor provecho de ese recurso público. Es lamentable que consultorías como la requerida, por ejemplo, para el Plan Nacional de Transportes, se encargara a un consultor extranjero por $1 millón, mientras que Lanamme pudo haberla realizado por $50 mil.
El daño fue doble. El país tuvo que pagar de fondos públicos $1 millón, y los ingenieros de Lanamme se sintieron ignorados cuando sabían de su capacidad para trabajar, así reconocida en la región.
¿Qué es lo que ha estado pasando? —le preguntó LA REPÚBLICA al director de la mencionada entidad, Guillermo Loría. Él lo explicó mediante una categórica afirmación: ya es tiempo de que la gente que está en el Conavi deje de estar metida en temas legales y se les permita tomar los tractores. Es hora de que nos dejen a los ingenieros construir.
Es decir, que mientras el país ha estado tan necesitado de obra pública vial —y de otro tipo—, se ignoraron las posibilidades de utilizar el conocimiento de una entidad como el Lanamme, que sostenemos entre todos y que ha estado bien dispuesta a contribuir con su trabajo.
¿Por qué sucedió esto? Es una de las tantas preguntas que desde hace bastante tiempo los costarricenses se comenzaron a formular sin que encontraran respuesta razonable.
Es probable que así fuera como comenzara la desconfianza en los gobiernos, que terminó con una ciudadanía queriendo que las cosas cambiaran y que además las grandes decisiones, que requerían dinero público, le fueran ampliamente informadas antes de iniciarlas.
Pero esa transparencia nunca llegó. Hoy no nos queda más que esperar que el actual Gobierno aprenda de la experiencia negativa que le tocó vivir al país.
Estamos aparentemente en la etapa en que va saliendo a la luz pública mucho de lo que nos ha venido manteniendo estancados.
Es nuestra tarea como ciudadanos, ahora, seguir muy de cerca la forma en que se administrará a Costa Rica. Un país verdaderamente cansado de ineficacia.







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