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EDITORIAL


Atentado contra la libertad de expresión

| Jueves 08 enero, 2015




El derecho a blasfemar, así incomode a determinados credos, está dentro de los cánones de la libertad de expresión, y ciertamente, está por encima de cualquier religión, mito o deidad


Atentado contra la libertad de expresión

El mundo está de luto por la muerte de 12 personas en Francia, víctimas del peor ataque terrorista que ha vivido ese país en los últimos 40 años.
El incidente, narran los medios, fue a raíz de una publicación de la revista Charlie Hebdo, de años atrás, que promovió caricaturas donde se hacía burla explícita del profeta Mahoma, lo que generó la furia de un grupo de extremistas, quienes irrumpieron en medio de gritos de “Alahu al akbar” (Dios es grande).
Así lo narran medios y agencias internacionales, pero la realidad es que el asidero de esta situación desemboca en el fundamentalismo religioso, acostumbrado a derramar sangre en el nombre de una deidad.
Ningún tipo de violencia debe ser aceptado, bajo ninguna circunstancia, mucho menos cuando se emplea como un tapabocas, que podría desencadenar en la autocensura de otros medios.
Por el contrario, se debe motivar todo tipo de manifestación libre que cuestione las convicciones e ideologías arraigadas en la sociedad. Para cualquier tipo de responsabilidad ulterior están los tribunales. Las armas y el matonismo no son respuesta, y ceder ante su intimidación es caer en la autocensura.
La Organización de Naciones Unidas, en su Convenio Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos fue clara y concisa.
“La prohibición de las demostraciones de falta de respeto por una religión u otro sistema de creencias, incluidas las leyes sobre la blasfemia, es incompatible con el convenio”.
Por lo tanto, no se le puede otorgar un fuero especial de protección a la religión sobre otras instituciones.
Las religiones no tienen derechos, como sí los ostentan las personas. El derecho a blasfemar, así incomode a determinados credos, está dentro de los cánones de la libertad de expresión, y ciertamente, está por encima de cualquier religión, mito o deidad.
Se caería en un error al justificar de alguna manera que el atentado terrorista es provocado por una publicación que no debió salir. Sería ceder ante el matonismo del islam y dar un paso atrás en el objetivo de la libertad.
LA REPÚBLICA condena los incidentes de ayer en París y se solidariza con los familiares de las víctimas, a la espera de que, en un futuro, los conceptos de libertad prevalezcan por encima de cualquier creencia religiosa.
 







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